La noche del 19 de enero de 2023, la presidenta Dina Boluarte dio un mensaje a la nación, con motivo de las masivas protestas en contra de su Gobierno en distintos puntos de la capital. Durante la transmisión, el ministro del Interior, Vicente Romero, se refirió al incendio del edificio en los alrededores de la plaza San Martín y a la hipótesis de que este haya sido causado por las bombas lacrimógenas de la PNP:
“Se ha producido hace un momento un incendio en Lima, en el jirón Carabaya. Está circulando información de que este incendio había sido provocado por un artefacto lacrimógeno que utiliza la Policía, lo cual es totalmente falso. Yo puedo colocar ese artefacto explosivo o lacrimógeno en mi bolsillo y eso no causa quemadura de incendio. Simplemente el gas es lo que provoca”.
No obstante, si bien las causas del siniestro continúan siendo materia de investigación, es falso que las bombas lacrimógenas no puedan causar “quemadura de incendio”.
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En primer lugar, el 12 de enero de 2023, un informe de la periodista Doris Aguirre para La República reveló que la Policía Nacional del Perú suscribió dos contratos en diciembre del año pasado para la compra de 31.615 cartuchos y granadas lacrimógenas. La compra se efectuó a la compañía Cóndor Industria Química, de Brasil, y a la empresa estatal peruana FAME S.A.C.
Entre los productos solicitados, se detallaban los siguientes: “Cartucho lacrimógeno CS Calibre 37/38mm (SIMPLE)”, “Cartucho lacrimógeno CS Calibre 37/38mm (TRIPLE o QUÍNTUPLE)”, “Granada lacrimógena CS de Cuatro Cuerpos (ACL)”. Como aparece en su descripción, tales productos se basan en el agente lacrimógeno CS, es decir, o-clorobencilideno malononitrilo.
¿Qué significa eso? Como detalla un artículo publicado en el repositorio ScienceDirect, en torno a los agentes químicos para el control de multitudes, el CS o gas lacrimógeno “tiene un alto índice de inflamabilidad y ha causado algunos incendios en estructuras”.
En esa línea, indagamos en los productos que ofrece en su página web la empresa Cóndor Industria Química, especialmente los modelos GL-202 y GL-203/T, que coinciden con las características del contrato firmado. En ambos casos, se advierte que su uso incorrecto “puede causar lesiones graves, la muerte y/o daños a la propiedad”.
También hallamos un registro de las fichas técnicas de estos productos, en las cuales se lee, en portugués: “En contacto con materiales fácilmente combustibles puede provocar llamas”.
Especificaciones técnicas de cartucho de gas lacrimógeno marca Cóndor. Foto: captura web
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No pudimos encontrar los datos técnicos de los cartuchos y las granadas lacrimógenas adquiridas a la empresa estatal FAME S.A.C.; sin embargo, en la misma página de Cóndor, se advierte que el producto de la granada con agente lacrimógeno CS (similar al de FAME) “puede ser inflamable”.
De igual modo, la base de datos de materiales peligrosos CAMEO Chemicals, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA, por sus cifras en inglés), detalla que los riesgos de la granada de gas lacrimógeno incluyen peligro de incendio. Se basan en la guía ERG 159, la cual indica sobre las sustancias irritantes: “Algunos de estos materiales pueden arder, pero ninguno se enciende fácilmente. Los contenedores pueden explotar cuando se calientan”.
En cuanto a la temperatura de los proyectiles de gas lacrimógeno al impactar el suelo, la evidencia que hallamos fue un estudio del año 2020 de la Universidad de Chile. Un cartucho triple marca Cóndor “fue medido inmediatamente después de chocar y luego 10 segundos después, registrándose las temperaturas 200 °C y 110 °C, respectivamente”. No obstante, considerando el error experimental, la investigación estima una temperatura de (218 ± 26) °C para el proyectil.
Por consecuencia, no es correcto afirmar que, tanto el agente lacrimógeno CS como los cartuchos adquiridos por la Policía o las granadas irritantes, no puedan causar quemaduras.
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En el año 2020, el medio de comunicación chileno El Desconcierto elaboró un artículo en torno a la posibilidad de que las bombas lacrimógenas pudieran provocar incendios. Según explicaron, para que se produzca el fuego se necesita la combinación de tres elementos: el combustible, el comburente (oxígeno) y el calor (temperatura de ignición).
Para el caso de un cartucho de gas lacrimógeno —según los autores—, al producirse la reacción química, los proyectiles se calientan y podrían superar los 500 °C de temperatura. Esto, explican, sumado a que la temperatura de autoignición de los elementos combustibles como la madera o el papel están entre los 200 y 400 °C, puede provocar un fuego incipiente “en determinados casos y contando con las condiciones propicias”.
La declaración del ministro del Interior, Vicente Romero, con respecto a que un artefacto lacrimógeno no causa quemaduras de incendio, es falsa. En contacto con ciertas superficies combustibles, tanto los cartuchos de gas lacrimógeno como el agente químico CS pueden ser inflamables, acorde con las fichas técnicas de los mismos fabricantes y artículos científicos. Además, según evidencias halladas, un proyectil puede superar los 210 °C al momento de chocar contra el suelo.
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