Prendes el televisor. Pasas los canales. Te llama la atención un programa. Lo ves. Hablan de una terapia alternativa contra el cáncer. "Milagrosa", dice el reportaje, entre comillas. Es la terapia de muérdago. Surgen las sospechas. En el Perú, la planta conocida como muérdago (Viscum album) ha cobrado notoriedad recientemente: el pasado 5 de mayo, el actor Christian Thorsen hizo público su diagnóstico de cáncer de próstata metastásico y reveló que ha llevado un "tratamiento alternativo" a base de esta especie, y hasta alegó mejoras en su calidad de vida.
El testimonio, difundido en video por el Centro Médico Antroposófico, ha despertado la curiosidad de los medios de comunicación, que han hablado de esta 'terapia' con mayor o menor rigurosidad. Pero ¿qué sabemos de sus supuestos beneficios? Hasta la fecha, no hay evidencia científica concluyente sobre su eficacia.
Primero, el origen: Alemania, 1920. Rudolf Steiner e Ita Wegman, fundadores de la llamada 'medicina antroposófica', plantearon las posibilidades de que el muérdago tuviera efectos positivos como tratamiento del cáncer. Así lo menciona la web terapiademuerdago.com, un portal referido por el Centro Médico Antroposófico (Perú) como fuente para consultar "más información científica" sobre esta planta.
Pero ¿de qué se trata? Acorde con la descripción del Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU. (cancer.gov), el muérdago es una planta semiparásita que crece sobre varias especies de árboles y que ha sido largamente utilizada para tratar distintas afecciones. Específicamente, el tratamiento con extractos de muérdago "es una de las terapias de medicina complementaria y alternativa para las personas con cáncer más estudiadas" —indica la entidad—, con mayor uso en países de Europa. Estos extractos se suelen administrar a través de una inyección debajo de la piel o, en casos menos frecuentes, vía oral, en una vena, en la cavidad pleural o en un tumor.
Sin embargo, desde la oncología, rama de la medicina que estudia el cáncer, no se tiene ningún protocolo de manejo estandarizado que sustente el uso del muérdago, según explicó a Verificador el médico oncólogo Juan Carlos Samamé, jefe de la División de Onco-Hematología del Hospital Arzobispo Loayza. "En el mundo científico, el muérdago se considera una terapia alternativa, no una terapia estándar", precisa el especialista.
Al consultarle sobre la presunta eficacia, Samamé afirmó que no existen suficientes evidencias, "a pesar de que los promotores indican que hay algunos estudios que sustentan algo de uso", cuyos resultados consideró "bastante discutibles". En consecuencia, el oncólogo no recomienda aplicar este 'tratamiento' a los pacientes con cáncer. "En la oncología actual, solo se sugieren medicamentos o tratamientos que estén avalados científicamente por estudios clínicos que lo respalden, y esto no está cumplido por el muérdago", sentenció.
En efecto, de acuerdo con cancer.gov, existen numerosos ensayos clínicos en pacientes con cáncer. Con frecuencia, se han notificado mejoras en la supervivencia, calidad de vida o estimulación del sistema inmunitario. Pese a ello, precisa la entidad, "la mayoría de los estudios clínicos llevados a cabo hasta la fecha han tenido una o más deficiencias, lo que hace que surjan dudas sobre la fiabilidad de los hallazgos".
Algunas de las deficiencias reportadas fueron las siguientes: tamaño pequeño del estudio, falta de información sobre los pacientes, documentación inadecuada sobre las dosis y el diseño del estudio, ausencia de enmascaramiento del tratamiento, procedimientos de aleatorización inadecuados, etc. Tampoco hay evidencia que sustente el postulado de que estimular el sistema inmunitario con muérdago "conduzca a una mejora de la capacidad de combatir el cáncer".
Por su parte, un artículo del portal de salud Healthline, basado en evidencia y revisado por expertos, reportó que —pese a los estudios que sugieren beneficios en calidad de vida, disminución de efectos secundarios, supervivencia y mejora de síntomas— no todas las investigaciones reportaron un beneficio. Señaló, entre otros, el caso de una revisión de 26 estudios, la cual detectó un alto riesgo de sesgo. Al contrario, una revisión de 28 estudios (1, 2) reveló que aquellos bien diseñados "mostraron poco o ningún beneficio" en cuanto a la calidad de vida o la supervivencia.
Este medio también consultó con Erika Castillo, PhD en Ciencias Médicas, acerca de la literatura científica realizada a partir de la terapia de muérdago. Precisó que existen varios estudios en laboratorio "sobre la actividad antiinflamatoria y anticancerígena del muérdago", incluyendo un ensayo clínico en fase 1 de la Universidad Johns Hopkins.
No obstante, "los estudios rigurosos en humanos no son aún científicamente concluyentes o reproducibles", precisó. Castillo resaltó que "lo que funciona 'perfectamente' en laboratorio no siempre resulta en personas, porque nuestro organismo es más complejo y hay más variabilidad entre pacientes y poblaciones". De igual modo, consideró que los estudios en pacientes han sido "contradictorios entre diferentes grupos de investigación, o no tienen suficientes sujetos de estudio o parámetros".
Aun así, las indagaciones que han mostrado efectos positivos son aquellas en las que el tratamiento se aplica "en combinación con tratamientos ya validados, como la quimioterapia, y para mejorar la calidad de vida (o sea, los síntomas de las personas)". En conclusión, sostuvo la especialista, hacen falta "estudios más grandes y rigurosos para comprobar la reproductibilidad" del tratamiento y, en el caso de que esto ocurriera, "poder ser aprobado —o demostrado— por la entidad correspondiente".
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