Un fantasma recorre internet: es el fantasma del vino. O, como dirían los Héroes del Silencio, ‘el espíritu del vino’. Lluvias de tinta —o tinto— han corrido en torno a una incógnita que viene y va por las redes sociales desde hace una década: ¿una copa de vino tinto al día ‘equivale’ a realizar una hora de ejercicio? Este mito, pese a lo que más de uno desearía, no cuenta con sustento científico. En este artículo, Verificador de La República tratará de aclarar el origen de esta creencia errónea. Guarden el sacacorchos.
Argentina es uno de los mayores productores de vino del mundo. Foto: La Nueva
Al revisar los alegres titulares de medios de comunicación que anuncian los aparentes beneficios del vino tinto como reemplazo del ejercicio, encontramos que suelen apuntar a una fuente: la Universidad de Alberta, y a un componente en particular: el resveratrol. Pero ¿será tan bueno para ser cierto?
En primer lugar, vamos a los hechos. En el año 2012, se publicó un estudio de la Universidad de Alberta, en Canadá, liderado por el investigador Jason Dyck. Este halló que altas dosis del compuesto natural resveratrol —presente en algunas frutas, nueces y, cómo no, en el vino tinto— “mejoraron el rendimiento físico, la función cardíaca y la fuerza muscular en modelos de laboratorio”.
Según las sobrias declaraciones del propio Dyck, el componente estudiado “mostró resultados similares a los que se verían con un extenso entrenamiento de ejercicios de resistencia”. Además, sostuvo que el resveratrol “podría ayudar a las poblaciones de pacientes que quieren hacer ejercicio, pero son físicamente incapaces”, así como “imitar el ejercicio para ellos o mejorar los beneficios de la cantidad modesta de ejercicio que pueden hacer”.
Luego de esta noticia, los titulares no se hicieron esperar. “Una copa de vino tinto equivale a una hora en el gimnasio”, festejó creativamente más de un medio de comunicación. Lastimosamente, no es así.
Para conseguir este puesto laboral es necesario enviar un video en el que se explique por qué es el candidato o candidata ideal para el empleo. Foto: AFP
Con el ‘boom’ del descubrimiento, la aclaración pasó desapercibida. En 2015, casi tres años después de publicar la investigación, la propia Universidad de Alberta tuvo que salir a calmar las aguas. La institución reiteró que el estudio se centraba en el componente resveratrol, pero que no recomendó “evitar el ejercicio”, ni que el vino tinto sea excusa “para no ir al gimnasio”.
Sin embargo, basta una explicación del mismo Jason Dyck para entender la magnitud de la malinterpretación: “Si estás bebiendo vino tinto para obtener resveratrol, tendrías que beber entre 100 y 1.000 botellas por día”. Touché.
Ahora bien, ¿de verdad es tan bueno el resveratrol? Sobre esto, la literatura médica no ha emitido una sentencia hasta el momento. El portal médico MedlinePlus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., sostiene que “no hay pruebas sólidas que respalden el uso del resveratrol”.
Señala, además, que según la clasificación de eficacia de la Natural Medicines Comprehensive Database, basada en evidencia científica, el resveratrol es “posiblemente eficaz” para tratar la fiebre del heno y la obesidad. No obstante, es “posiblemente ineficaz” frente a las cardiopatías, el colesterol alto, síndrome metabólico y enfermedad del hígado grado no alcohólico.
Por su parte, para la web de Mayo Clinic, este componente cuenta con estudios desiguales: “Algunas investigaciones muestran que el resveratrol podría estar relacionado con un menor riesgo de inflamación y coagulación de la sangre”, señalan. Sin embargo, “otros estudios no encontraron beneficios” para prevenir enfermedades cardíacas.
El vino tinto tendría un efecto protector respecto a las grasas viscerales, según el estudio de Larsen. Foto: EFE
Conversamos con Edinson Sánchez, nutricionista clínico de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, para dar con más luces sobre el consumo de vino. El especialista afirma que “una copa de vino tinto entre semana, acompañando alguna comida saludable, trae beneficios para la salud cardiovascular”. Pero ojo, esto se recomienda a “personas sanas sin ningún antecedente de enfermedad” o alguna prescripción médica.
De todas formas, Sánchez es firme en no recomendar el vino “a libre demanda”: ”Todas las bebidas alcohólicas suman calorías y el vino no es la excepción. En promedio, una copa de vino puede aportar entre 160 a 280 kcal”. Esta diferencia depende del tipo, ya que los más dulces generalmente aportan una mayor cantidad de calorías.
Es por ello que no se puede alegar que el vino, como tal, sea un ‘reemplazo del ejercicio’. ”No favorece a la pérdida de peso, ningún alimento por sí solo ayuda a adelgazar”, aclara el especialista. Este objetivo se logra, de manera sana, “llevando una alimentación saludable y balanceada prescrita por un nutricionista junto con niveles adecuados de actividad física”.
Sánchez no aconseja el consumo de una copa al día, “pero sí el consumo moderado”, tomando en cuenta que los posibles beneficios dependerán de factores como la edad, sexo, peso, porcentaje de grasa corporal o condiciones médicas.
Hace unos años, el cantautor español Nacho Vegas sentenció: “Si no hay vino, cantares y amor, esta no es mi revolución”. Sin embargo, a final de cuentas, tal vez lo único bueno que nos haya dejado la ingesta de alcohol sea el baile de Mads Mikkelsen en la ya mítica escena final de “Another round”. Salud por eso, y por poco más.
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