
La leche materna, además de brindar nutrición completa (lípidos, proteínas, hidratos de carbono, vitaminas, entre otros), contiene factores que modulan y promueven el desarrollo del sistema inmunológico, asegura el estudio Beneficios inmunológicos de la leche materna, publicado en 2020.
Sin embargo, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), “casi dos de cada tres menores de un año no son amamantados exclusivamente durante los seis meses que se recomiendan”.
Este rechazo a la lactancia puede estar relacionado con los mitos que existen alrededor de ella y que han pasado de generación en generación, causando confusión y temor. Uno de los más mencionados es: ¿si tengo pechos pequeños no podré dar de lactar?, es decir, ¿la producción de la leche materna está directamente relacionada con el tamaño de los pechos?
Consultamos con dos especialistas parte de la Asociación de Consultores Internacionales en Lactancia Materna (ACLAM) de Perú, las obstetras Maria del Carmen Ibarra y Milagros Paz, para desmentir el mito mencionado y otras creencias.
María del Carmen Ibarra, obstetra, miembro de la junta directiva de ACLAM Perú, dijo que la leche materna “debería ser el único alimento para el bebé”, porque ofrece nutrición, protección a través de sustancias inmunológicas y genera un vínculo entre la madre y el bebé.
¿Ofrece todos los nutrientes necesarios? Así es. “La leche materna, tiene macronutrientes —proteínas, grasas, carbohidratos— y micronutrientes —como las vitaminas—, necesarios para el crecimiento y desarrollo del infante”.
Además, la especialista precisó que también es beneficioso para la mamá: “va a disminuir el riesgo a largo plazo de padecer cáncer de mama y otras enfermedades”. Sobre esto, la investigación La lactancia materna como alternativa para la prevención de enfermedades materno-infantiles, expone que previene: hemorragias, anemias, cáncer de mama y ovario, diabetes tipo II, hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
La obstetra Milagros Paz, consultora IBCLC Perú, dijo que solo en casos específicos se puede reemplazar la leche materna: “por ejemplo, mujeres con niveles muy altos de hepatitis C, con herpes activo cerca del pecho, con VIH positivo u otros virus como HTLV 1 que también está contraindicado, o cuando el bebé presenta algún problema como una enfermedad congénita, pero son casos muy puntuales y extraños”, indicó Paz.
Ibarra concordó en que uno de los mitos que tienen más fuerza es el que relaciona el tamaño de los pechos con la producción de leche materna, pero explicó que el tamaño no tiene nada que ver con la capacidad de producir leche.
“El tamaño es generado por la grasa que puede tener cada glándula mamaria, pero la función de la mama está dada básicamente por la glándula y los lóbulos que la componen, no por la grasa. Los lóbulos son como saquitos donde en principio viene la leche y luego cae por los conductos”, explicó Ibarra.
¿Todas las mujeres tienen la misma cantidad de glándulas y lóbulos? “Hay un rango de glándulas mamarias que una mujer anatómicamente maneja que va de 4 a 18, la mayoría puede estar en un rango de nueve lóbulos por glándula, este número va a ser suficiente para asegurar la producción de leche”, explicó María del Carmen.
De acuerdo a la especialista, mientras el bebé succione más y más vaya al pecho, mayor será la producción: “por eso es que los bebés chiquititos pueden empezar comiendo media onza, luego aumentan a una, dos, tres, cuatro y siempre la mamá va a cubrir esas necesidades”. En conclusión, dijo Ibarra, “la producción aumenta a través de la succión del bebé”.
“Unos pechos pequeños pueden amamantar mellizos”, sostuvo Milagroz Paz, ya que “el tamaño del pecho no interfiere en la producción de leche, porque pechos pequeños con una mamá que dé de lactar cada que el bebé quiera, va a producir la leche que su bebé necesite”.
Asimismo, Paz explicó que “la succión hace que se active todo un eje hormonal, entre ellos una sustancia que controla que el pecho no se llene de más y solo se produce cuando el pecho se llena, evitando más producción”.
De acuerdo a Ibarra, para garantizar la producción de leche es importante que se “ponga al bebé al pecho cada vez que quiera” y no hacer caso a la creencia que indica que al dar de lactar muy seguido se puede acabar la leche.
“Las mamis dicen ‘la guardo (la leche) para que no se me acabe’, pero aquí hay que explicar lo siguiente: el pecho es como una fábrica, imagínate que la fábrica tiene un cliente que consume bastante, ¿qué hace la fábrica?, sigue produciendo; y ¿qué pasa si el cliente no recoge el producto?, pues la fábrica para porque no tiene necesidad de producción”, comentó Ibarra.
Es decir, “la producción no va a parar mientras el infante esté consumiendo frecuentemente”.
Paz, por su parte, indicó que es importante entender qué puede hacer pensar a una mamá que no tiene mucha leche para acabar con los mitos sobre producción: “tal vez la idea de establecer horarios, si tenemos un bebé que acaba de amamantar y da señales de hambre, la mamá se puede preguntar ‘¿cómo?, si lo acabo de amamantar’ o, ‘tal vez le di muy seguido’, pero la leche materna al ser un tejido vivo se absorbe muy rápido y puede ser que en media hora o una pida otra vez leche”.
Paz también señaló que a veces el bebé no requiere alimentarse, pero sí necesita del vínculo que le proporciona la lactancia. “El pecho ofrece consuelo, calma y amor, el bebé necesita eso y la mamá puede no entenderlo, porque su entorno le dice ‘ya lo tienes mucho rato’, ‘lo vas a acostumbrar al brazo’”.
¿La textura tiene que ver con los nutrientes? No. Milagros Paz expuso que “uno tiende a relacionar lo sólido con lo fuerte, pero la leche materna es 90% agua y el otro 10% contiene todos los nutrientes necesarios, porque eso es lo que el bebé necesita: alimento líquido”.
Paz, además, indicó que la mayoría de personas piensan en la leche de vaca como la mejor por su textura y color, pero “esa leche tiene la cantidad de proteínas específicas para un ternero que pesa como 20 kilos y tiene un hígado más grande, un riñón más grande. La leche materna tiene proteínas específicas para el bebé, cada leche es específica para cada especie, para cada ser”.
Por otro lado, María del Carmen Ibarra explicó que luego del calostro (primera leche llena de inmunoglobulinas), empieza a salir una leche de transición. “Primero sale una leche fina que tiene más proteínas y mientras el bebé va comiendo se vuelve un poco más espesa, ambas benefician al bebé, nunca la leche materna va a ser mala, la naturaleza no tiene error”.
“La OMS recomienda lactancia exclusiva, es decir, solo leche, sin jugos, sin agua, nada extra, hasta los 6 meses y luego inicia la alimentación complementaria, pero la mamá puede seguir alimentando al bebé hasta los 2 años o más, puede ser hasta los 3 o 4. Ese es un acuerdo entre el bebé y la mamá, porque es un vínculo y ellos decidirán cuándo se transforma”, indicó Ibarra.
Paz expuso que muchas personas ven a la leche materna como complemento de la alimentación sólida después de los 6 meses, pero debería ser al revés: “lo dice su nombre es una alimentación complementaria, complementa a la leche materna”.
“La leche materna cubre el 100% de las necesidades del bebé hasta los 6 meses y después de eso cubre hasta el 60% hasta los dos años y luego entre el 30 y 50% porque ya se incorporan otros alimentos”, concluyó Paz.