En Facebook circulan desde julio distintas publicaciones acerca de los ingredientes de las vacunas y su supuesta toxicidad en el organismo humano. “No puede tomar una decisión informada sin haber sido educado”, comenta el cibernauta. En el listado menciona componentes como hidróxido de aluminio, timerosal (mercurio), cultivos de células embrionarias, entre otros.
Pese a que las “vacunas han protegido a millones de niños de enfermedades peligrosas y han salvado miles de vidas” desde su creación, según Elana Pearl Ben-Joseph, pediatra y editora médica de la organización Kids Health, el usuario que difundió la desinformación manifiesta que inocular a los menores es “abuso infantil”.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene en un artículo que, a grandes rasgos, las vacunas contienen pequeños fragmentos del organismo causante de la enfermedad o las “instrucciones” para replicar estos fragmentos. Sin embargo, ese no es el único elemento que se utiliza, sino también coadyuvantes, conservantes, estabilizantes, sustancias tensioactivas, productos residuales y diluyentes.
Aunque parece una lista larga, “cada componente de una vacuna cumple una finalidad específica, y cada ingrediente se somete a diversas pruebas durante el proceso de fabricación” en el que se verifica la seguridad de la aplicación en humanos, resalta la OMS
Compuestos de las vacunas | Descripción |
Antígeno | Componente que genera respuesta inmunitaria o las instrucciones para producir el componente activo (antígeno). |
Coadyuvantes | Mejora la respuesta inmunitaria a la vacuna, bien sea reteniendo la vacuna en el lugar de la inyección durante algo más de tiempo, o mediante la estimulación de células inmunitarias locales. |
Conservantes | Impiden que la vacuna se contamine cuando se abre un vial que se utilizará para inocular a más de una persona. |
Estabilizantes | Impiden que se produzcan reacciones químicas en la vacuna y evitan que los componentes de la misma se adhieran al vial. |
Sustancias tensioactivas | Mantienen mezclados todos los ingredientes de la vacuna. |
Sustancias residuales | Ínfimas cantidades de diversas sustancias utilizadas durante la fabricación o producción de la vacuna, que no son ingredientes activos en la vacuna final. |
Diluyente | Líquido utilizado para disolver una vacuna en la concentración correcta, inmediatamente antes de su uso. |
Entonces, ¿el listado que se difundió en redes sociales es falso? Muchos de los ingredientes que se pusieron allí sí son los que se usan para la elaboración de las vacunas. Sin embargo, la descripción de la toxicidad o complicaciones que podría causar en los seres humanos si se inoculan, es falsa.
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Tomemos como ejemplo el hidróxido de aluminio, que se emplea como coadyuvante en distintas vacunas, entre ellas la que fabricada por Sinopharm contra la COVID-19, como se puede constatar en el informe de farmacovigilancia de la Organización Panamericana de la Salud.
Erika Castillo, bióloga genetista y PhD en Ciencias Médicas, consultada por Verificador, precisa que el “hidróxido de aluminio se usa en las vacunas a una concentración específica que es no tóxica o no dañina para el ser humano”, además de ser un componente que se viene usando hace muchos años en las vacunas en general, no solo contra el coronavirus SARS-CoV-2.
Añade que su principal función es fortalecer la respuesta rápida del sistema inmune, “porque cuando se colocan las vacunas, no se distribuye el componente activo inmediatamente a todo el cuerpo, sino que es local, en el brazo”. “Entonces, tienes que hacer que el sistema inmune llegue a ese lugar para que pueda actuar y ya luego estas células del sistema inmune activas y los anticuerpos son los que van a llegar a todo nuestro cuerpo”, adiciona.
Es decir, la pequeña concentración de hidróxido de aluminio —0,225 mg en el caso de Sinopharm— ocasiona que el componente activo (antígeno) se concentre por más tiempo en el lugar donde se inyectó la vacuna (el brazo) para que más células del sistema inmune lleguen allí y puedan formarse los anticuerpos.
Castillo, difusora de contenido médico en cienciagenerika, recuerda que este es solo un efecto temporal, ya que luego de que “el sistema inmune se activa, los anticuerpos se han producido, las células de defensa ya están entrenadas para combatir esa enfermedad, esa infección en particular, todo se elimina, desde el componente activo hasta los componentes inactivos, los coadyuvantes y los excipientes, todo se llega a eliminar por nuestro cuerpo”.
Asimismo, la OMS destaca que se ha demostrado que las sales de aluminio (fosfato de aluminio, hidróxido de aluminio o alumbre potásico) empleadas en las vacunas en cantidades ínfimas no ocasionan problemas de salud a largo plazo, como se aseveró en el post viral.
Es más, el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría revela que “la cantidad de aluminio que contienen las vacunas es muy inferior (menos del 1%) a las cantidades de aluminio que de forma natural contienen, por ejemplo, los alimentos habituales que consumimos, incluida, por chocante que resulte, la leche humana”.
La publicación de redes sociales también advierte que para las vacunas se usan “células de fibroblastos diploides humanos”, “células de riñón de mono verde africano”, “cultivos de células pulmonares embrionarias humanas (de fetos abortados)”, entre otros.
Los fabricantes de vacunas no toman fetos abortados de humanos ni de animales para elaborar las inoculaciones: se trata de líneas celulares.
Pongamos el caso de la vacuna contra la COVID-19 de AstraZeneca. Uno de los componentes de esta es el ChAdOx1-S, que es un vector de adenovirus de chimpancé que codifica la glicoproteína espiga o spike del SARS-CoV-2. Es decir, que “es como si tuvieras la región que corresponde a la vacuna, la que corresponde al SARS-CoV-2, en una carcasa y esa carcasa es el adenovirus”, dice la científica Erika Castillo.
Ahora, según la ficha de información acerca de AstraZeneca —que se puede leer en la página de la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios de Reino Unido— el vector de adenovirus es producido en células de riñón embrionario humano genéticamente modificado (HEK 293). Es esta parte la que se utiliza como refuerzo para que se difunda desinformación y se diga que se utilizan “fetos abortados”.
La PhD en Ciencias Médicas refiere que el término genéticamente modificado es debido a que “el material genético del adenovirus de chimpancé ha sido modificado para quitarle esa patogenicidad (capacidad de causar daño al huésped), ese efecto infeccioso y porque una región del SARS-CoV-2, otro virus, ha sido insertado en el adenovirus para que cumpla la función de la vacuna”. En suma, el adenovirus de chimpancé no se introduce en el cuerpo humano en su forma “silvestre” o “natural”, ya que no cumpliría el rol de vacuna y sería perjudicial para quien lo reciba. Lo que se utiliza es la carcasa del adenovirus que lleva dentro la región que corresponde a la proteína spike del coronavirus SARS-CoV-2. Por esos cambios que ha pasado se denomina un organismo genéticamente modificado, señala la bióloga genetista.
Asimismo, sobre los “fetos abortados”, lo que los investigadores utilizan son líneas celulares, que sí tienen origen de un tejido de ser humano, en este caso las células HEK293, de un embrión. Sin embargo, Castillo rechaza que se utilicen fetos o se induzcan a abortos para obtener estas líneas celulares. Explica que para que el tejido llegue a los investigadores, debe haber sido consentido por los familiares de la persona fallecida y donado para investigación.
Pone como ejemplo las biopsias. Cuando a las personas que tienen un tumor se les extrae una muestra, estas se cultivan y se extraen líneas celulares de allí para estudios científicos.
De igual forma, resalta que no es que constantemente se hagan estos procedimientos, ya que las líneas celulares tienen la “característica de dividirse con mucha facilidad, de poder preservarse bastante en el tiempo sin perder sus características”.
“Las líneas celulares humanas, sobre todo, han sido extraídas en una ocasión y estas se vienen multiplicando y se guardan y se vuelven a cultivar y se vuelven a guardar a bajísimas temperaturas. Se vuelve a recuperar y así se vienen reutilizando por mucho tiempo, porque tienen esa característica y se le llaman inmortales, porque se multiplican, se multiplican sin parar”, detalla.
Cabe resaltar que este no es un procedimiento de investigación nuevo, sino que se usa desde hace muchas décadas. Por ejemplo, la línea celular HeLa proviene de un tumor de una mujer llamada Henrietta Lacks, desde la década de 1950 y aún se utiliza para diversos estudios. Por ello se les llama también “líneas celulares inmortales”.
De acuerdo a Erika Castillo, las “líneas celulares, además de poder ser cultivadas constantemente y congeladas y vueltas a ser utilizadas, también se emplean como vectores, como maquinarias para poder producir las proteínas que queremos gracias a la ingeniería genética o a la biología molecular”.
Entonces, para producir más adenovirus, y por ende, más vacunas, la forma más segura de multiplicarlos es en cultivo en las líneas celulares, procedimiento que se efectúa en laboratorios de alta seguridad.
“Estas líneas celulares son algo que se utilizan en el laboratorio, pero no quiere decir siquiera que te están inyectando ningún componente de la línea celular, sino que es para producir lo que se vaya a inyectar en la vacuna. Luego, ese componente específico se aísla y solamente eso es lo que se utiliza en la vacuna”, explica.
En cuanto a los otros elementos utilizados en las vacunas, el medio español Maldita Ciencia realizó una infografía en la que detallan para qué sirve cada uno. Para ello tomaron información de la Organización Mundial de la Salud, la Agencia Europea de Medicamentos, entre otros.
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Pese a que algunos de los ingredientes que se nombra en el post viral sí son usados para la fabricación de las vacunas, la descripción de toxicidad de los mismos es falsa. “Todos los ingredientes (de las vacunas) tienen un antecedente de bioseguridad, se demuestra que no es tóxico y la efectividad tanto a nivel de laboratorio como en los ensayos clínicos (en humanos)”, afirma Erika Castillo, PhD en Ciencias Médicas.
La Organización Mundial de la Salud, el Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría, la Agencia Europea de Medicamentos, entre otros entes internacionales, avalan su uso por ser eficaces contra las diferentes enfermedades, además que los beneficios exceden con demasía los posibles efectos secundarios que podrían presentar las personas vacunadas.
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