Democracia en riesgo
El informe de la OEA señala que se requiere una tregua política para dar paso al diálogo.
El esperado informe del grupo de alto nivel que llegó a Lima para establecer un estado de la situación del país fue presentado en la sesión del Consejo Permanente de ese organismo internacional. Los resultados eran los esperados, aunque la alta polarización existente entre ambos poderes del Estado parece haberse tensado aún más en esta última semana.
El equipo conformado por cancilleres y representantes diplomáticos de varios países de la región constató la grave inestabilidad democrática que dificulta gobernar; la confrontación permanente que disminuye la credibilidad de las instituciones; el uso excesivo de herramientas de control político.
Mención aparte merece un sector de la prensa, sobre el que la OEA señaló la existencia de dudas sobre su objetividad; además de la crisis sanitaria, alimentaria y educativa que afecta la vida de millones de peruanos, en mayor medida a los más vulnerables.
En ese sentido, la organización propuso, a partir de sus hallazgos, que se convoque el diálogo entre los principales actores políticos y autoridades públicas y que al mismo tiempo se establezca una tregua que permita que la negociación se desarrolle en un clima de menores sobresaltos.
Para solucionar cualquier impase entre los actores presentes en el diálogo, la OEA planteó que sea el Tribunal Constitucional el llamado a jugar ese rol facilitador.
La existencia de racismo y discriminación en el Perú fue reconocida por la OEA, que exigió el pleno respeto de los derechos humanos. En el plano de los medios de comunicación, se propuso el ejercicio de la más plena libertad de expresión, con una orientación más constructiva.
No cabe duda de que estas orientaciones constituyen un punto de partida muy importante para reducir los efectos de la prolongada crisis política, pero en este nuevo escenario de mayor polarización, y cuando se avanzan iniciativas que conducen a la destitución/vacancia/inhabilitación/suspensión del presidente Castillo, resultan, por lo menos, tardías y poco prácticas. El diálogo demanda voluntad política y alta dosis de desprendimiento democrático, algo que parece escasear en el Ejecutivo y el Legislativo en estos días.
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