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Derrame de mentiras

Capitán del barco que traía el petróleo que provocó el desastre en Ventanilla acusa a Repsol de negligencia.

Tantas mentiras se han acumulado alrededor del incidente del derrame de 6 mil barriles en las costas del mar de Grau que cada revelación solo permite definir cada vez más claramente al responsable directo de la enorme mancha tóxica que recorre nuestras costas: Repsol.

Ahora se suma la declaración del capitán de la nave italiana que transportaba el combustible el día que se produjeron los hechos. Ya se ha dicho que la noche del sábado 15 no hubo oleaje anómalo, no existió ninguna relación con la explosión del volcán en Tonga, tampoco tuvo la culpa la Marina, al no decretar el alerta por tsunami.

El capitán y su tripulación, por el contrario, trataron de avisar sobre las situaciones anómalas ocurridas durante el desembarco, pero la propia Repsol se negó a admitir su carta de protesta, no le entregó los registros respecto a la hora del desembarco ni sobre los incidentes ocurridos. Ya es hora de que Repsol diga exactamente de qué volumen de crudo derramado estamos hablando, dato que le negaron al capitán y que hubiera resuelto muchos problemas de conocerse a tiempo.

Además de no haberse rodeado todo el barco de una barrera de protección, se cometieron otras faltas, reveladas por el capitán italiano a las autoridades peruanas, al conocer además que lo trataron de inculpar de las irregularidades.

Con estas declaraciones, Repsol tiene problemas adicionales que tendrá que enfrentar en diferentes instancias, tanto penales como administrativas. Hay negligencias que son impropias si se trabaja con un material tan peligroso como el combustible y que puede provocar tanto daño.

Planes de contingencia que no se pusieron en marcha, intento permanente de ocultar información tanto a las autoridades peruanas como a la prensa y una terquedad persistente en negar responsabilidad, suman un conjunto de fallas que hacen aún peor la situación de la empresa, dañada en su imagen y credibilidad.

El daño ecológico ha continuado ampliándose durante estos 12 días y en buena parte esto ocurre porque la minimización de los hechos ha impedido un conjunto de acciones de remediación, que ahora ya son imposibles. El daño ha alcanzado a 21 playas del litoral y a dos zonas protegidas. La marea negra sigue avanzando hacia el norte con su secuela de muerte de flora y fauna, que el Perú —país megadiverso— posee y que constituye su patrimonio. La posición nacional frente al grave daño originado y, aún peor, a la pésima gestión de la crisis de parte de la transnacional, debe ser firme y tajante. Dentro de la ley y del respeto a la soberanía. Nada menos.