Senamhi: alerta roja por fuertes vientos y lloviznas

La prioridad es el diálogo

Cardenal Barreto indica que es esencial para la fe católica y la vida democrática.

Son tiempos complicados en los que buscamos una luz que nos oriente y recurrimos a quienes transitan sin pausa por los caminos del diálogo y la reconciliación. Por ello, escuchamos con atención opiniones como las del vicepresidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Pedro Barreto, quien señala que “el que se niega a dialogar está mostrando su poca fortaleza en la búsqueda de la verdad”.

El cardenal Barreto, condecorado ayer con la Orden del Sol en el grado de Gran Cruz por su enorme aporte al país de los más pobres, de los más vulnerables –que ha sido la constante durante su vida pastoral– ha reivindicado el camino del diálogo, señalando que renunciar a dialogar es negarse a usar la vía democrática.

Si hay algo esencial en la vida democrática y la fe católica, es el diálogo, señala, poniendo en evidencia que hay que mantener la esperanza y explorar los caminos nuevos que nos lleven a la reconciliación y a la transformación de la sociedad. El objetivo es rehabilitar la política como búsqueda del bien común, como sostiene el papa Francisco.

La Iglesia católica ofrece como espacio para este encuentro su programa Resucita Perú Ahora, en el que pueden tener cabida todas las tendencias políticas, de gobierno como de oposición, y todos los credos religiosos, para reencaminar el diálogo y fortalecer la democracia.

Las fuerzas políticas en su mayoría están mostrando madurez y ven la necesidad de concertar para mantener al país dentro de los cauces democráticos y evitar el clima persistente de inestabilidad política que nos agobia y afecta de diferentes maneras, tanto en el aspecto personal, familiar y como sociedad en su conjunto.

Hay quienes, sin embargo, se han negado a participar en las rondas de conversaciones promovidas desde la Presidencia de la República, alentando sin cesar la animadversión, el descrédito y el enfrentamiento. Ha llegado el momento de hacerlos ceder en sus posiciones recalcitrantes y extremas, y fortalecer la democracia. La sociedad civil, en la que participa la propia Iglesia católica, está llamada a cumplir esta tarea y reencauzar al país hacia mejores destinos que los actuales.