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Campaña larga, fines inmediatos

“Quizás Cerrón no está pensando realmente en el 2026, sino en el bienio 2021-2022; influir en el Gobierno, ganar municipios y regiones”.

Un vocero oficioso acaba de lanzar la candidatura de Vladimir Cerrón a la presidencia en el 2026. Eso sí que se llama madrugar. ¿Por qué tanto apuro? Hace pensar en una reingeniería de su imagen. Quizás presidir Perú Libre ya no le parece suficiente. Ahora se trata de empezar a vivir una hipotética próxima presidencia.

Quizás está calculando que una figura de candidato le puede dar ventajas frente a la actuación de la fiscalía. Una manera de reforzar el argumento sobre las investigaciones fiscales como una campaña política contra su persona y todo su entorno. Cabe recordar que hasta el momento la prominencia política no les ha servido a muchos.

A la fecha no ha podido instalarse como el influencer decisivo en Pedro Castillo, y su distancia de él crece cada día. Ahora empezará a probar suerte intentando ser el sucesor. Pero mientras ese anhelado momento llega, Cerrón va a descubrir que a los presidentes no les gustan nada los reemplazos, ni siquiera los imaginarios.

Debemos suponer que a partir de aquí habrá menos esfuerzos de Perú Libre por avanzar en la captura total de un Castillo renuente a ser copado, y más dedicación a la candidatura de Cerrón. Esto puede significar yuxtaponer una prédica y un ánimo ultraizquierdistas al discurso vagamente conciliador que ensaya Castillo.

¿Tiene alguna chance el flamante candidato? Cerrón no tiene ni remotamente el carisma electoral que demostró Castillo en campaña. Hay allí un estilo de cacique regional duro que no se ve cómo podría suavizar. Frente al bucólico sombrero Cerrón tiene una suerte de altanería doctrinaria que solo puede atraer a los muy convencidos.

Luego está la cuestión de si para el 2026 una mayoría de peruanos querrá repetir el plato de cinco años bajo un gobierno de izquierda. Vista desde el 2021, esa no parece una perspectiva realista. Pero quizás Cerrón no está pensando realmente en el 2026, sino en el bienio 2021-2022; influir en el gobierno, ganar municipios y regiones.

Cinco años es mucho tiempo. Castillo ha demostrado que un izquierdista puede ganar la presidencia. Sobre todo con la candidata Keiko Fujimori al frente. Si le va más o menos bien en el gobierno, lanzará a su propio candidato, y quizás hasta está pensando que una nueva Constitución le permitiría tentar una reelección.

La República

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