ONP, mayo 2024: cronograma de pagos
Domingo

Gino Costa: “No nos liberamos de los efectos de la corrupción“

Una crónica sobre una etapa que aún estamos padeciendo. Un testimonio personal. Una reconstrucción de una historia reciente, tan intensa, en la vida política peruana.

Testigo. Gino Costa ha escrito sobre la historia política reciente. Con mesura y reflexión se acerca a este periodo de incertidumbre. Foto: John Reyes/La República
Testigo. Gino Costa ha escrito sobre la historia política reciente. Con mesura y reflexión se acerca a este periodo de incertidumbre. Foto: John Reyes/La República

Gino Costa, abogado, político, exministro, excongresista, acaba de publicar La democracia sitiada (Planeta 2022). Páginas, con prosa clara y directa, que nos tras- ladan a los inicios del la crisis, en 2016, hasta hechos recientes. Toda una travesía por una de las etapas más convulsionadas de la república.

La democracia sitiada, por Gino Costa. Foto: Planeta

La democracia sitiada, por Gino Costa. Foto: Planeta

Al inicio del libro relata que ha defendido a tres presidentes, PPK, Vizcarra y Sagasti. ¿Este libro es como rendir cuentas de sus acciones en esta etapa turbulenta de nuestra historia?

Sí, es un testimonio de lo vivido y una suerte de rendición de cuentas para mis lectores y para el país de lo que fue mi responsabilidad en esta etapa. Espero que también sea una contribución a la historia que habrá que escribir de este periodo.

¿Hay fuerzas políticas e ideológicas que quieren reescribir la historia?

Sí, cada uno interpreta los hechos del pasado a su manera. Lo mío no deja de ser un testimonio de parte. Con frecuencia uno se encuentra con gente que dice “bueno, los males del quinquenio comenzaron con Vizcarra, que disolvió el Congreso arbitrariamente y sin justificación”, olvidando la obstrucción de Keiko y su afán de destruir el gobierno de PPK y la manera, además, como ella comenzó a utilizar políticamente la vacancia. Nunca había sido una figura utilizada y ella abrió esa caja de Pandora que posteriormente daría pie a que por primera vez se utilizara constitucionalmente la figura de la disolución que terminó afectándola.

Coincide con otros analistas en que la democracia sitiada, esta crisis, se inicia el 2016.

Sin ninguna duda. Seguramente si miramos sus antecedentes hay que rastrearlos más atrás. Pero fue la negativa de Keiko a reconocer los resultados de las elecciones y, como mala perdedora, comprometió su fuerza parlamentaria mayoritaria a obstaculizar el gobierno de PPK y condenarlo al fracaso, lo que a su vez echó a perder la posibilidad de un quinquenio de estabilidad democrática con relativo crecimiento económico y progreso social, lo que nos hubiera permitido llegar al Bicentenario en otras condiciones como país. Y a ella también. Porque esto le cuesta mucho, ella reduce a un tercio su capital político electoral entre el 2016 y el 2021. Entra con las justas a segunda vuelta, no le da para ganar a Castillo, un candidato con muchas limitaciones.

Las propuestas económicas de Keiko y PPK no eran distantes, ¿a qué respondió entonces la actitud de Keiko? ¿Ego, inmadurez o hay otra explicación a esa guerra contra PPK?

Creo que es una mala perdedora y termina imponiéndose su afán de venganza porque consideró que ella debió ganar. Otra razón es su poca convicción democrática. Cuando existen actores políticos que no están dispuestos a acatar las reglas de juego eso amenaza seriamente a la democracia, que es lo que ocurrió del 2016 en adelante. Y vuelve a ocurrir el 2021 cuando el fujimorismo y sus aliados se niegan a reconocer los resultados y arremeten contra las autoridades electorales.

Con otra actitud quizás ella hubiera llegado a presidenta. Hubiese tenido más aceptación, menos rechazo, menos anti.

Podría ser, si hubiera llegado a un entendimiento con PPK y contribuido a que fuera un quinquenio más exitoso, no solo el país se hubiera beneficiado, ella también... Ahora, hay que señalar que hubo otros factores que explican la inestabilidad del periodo, primero, el destape de hechos de corrupción que se habían ido acumulando desde la caída de Fujimori, es decir, sus sucesores, Toledo, García, Humala, PPK y Vizcarra también incurrieron en graves hechos de corrupción. El caso Lava Jato destapó esos hechos y contribuyó al desprestigio de toda la clase política. Segundo, esos destapes requerían madurez política y no usarlos como herramienta política contra los adversarios, que es lo que hizo Keiko y lo continuaron haciendo todos. Y tercero, en esa etapa también está la fragilidad de nuestras instituciones, que se ve en la pandemia. Todo eso genera gran desafección política. Un tremendo desencanto con los líderes políticos, la democracia y el modelo económico y social.

En el caso de PPK, ¿esperaba más de él? Quizá hubiese sido preferible que se enfrente al fujimorismo como después lo hizo Vizcarra.

Sí, sin duda, no supo defender su gobierno. Él no tuvo un seguro contra la vacancia, no armó una coalición de fuerzas no fujimoristas, por ejemplo. No armó un gabinete que le permitiera involucrar a otra fuerza política, que le diera digamos una mayor protección en el Congreso, en ese sentido, por ejemplo, Castillo ha sido más eficaz de lo que fue PPK. Apostó por entenderse con el fujimorismo, no pudo y no se hizo respetar. Debió hacer cuestión de confianza con Saavedra y recién lo hizo un año después, cuando ya era tarde. Lo hizo poco antes de que Marcelo Odebrecht decidiera deshacerse de él. En el libro cuento cómo son las declaraciones de Odebrecht, lo que buscaba el fujimorismo para poder vacar a PPK.

Vizcarra sí se enfrentó al fujimorismo. ¿Cómo evalúa su paso por el poder?

Fue muy interesante porque inicialmente parecía que el fujimorismo había encontrado en Vizcarra a un presidente más dócil que PPK, porque PPK no fue confrontacional. Lo que aprovecha Vizcarra es en darse cuenta de que ya con una cuestión de confianza denegada a Zavala podía modificar el juego de los dos poderes y la aprovecha con el destape de los Cuellos Blancos y ve que el Congreso fujimorista no responde, porque en realidad había compromiso de ellos con Chávarry sobre todo... Al final, la disolución del Congreso fue aplaudida por la mayoría de la ciudadanía, o sea que, en ese sentido, fue exitosa la gestión política de Vizcarra. Lo que no sabíamos es que Vizcarra tenía rabo de paja... Donde falla es en el día de las elecciones al Congreso complementario porque, al no tener una lista propia o una coalición propia que le permitiera gobernar, queda inerme ante ese Congreso. Mientras puede confrontarlo todo bien, pero cuando llega julio del 2020 ya no tiene cómo hacerlo y ahí viene su destitución.

¿Encuentra semejanzas del caos actual con los gobiernos de PPK, Vizcarra y Sagasti?

Estamos en un círculo vicioso que se inició el 2016 y del que todavía no salimos. Seguimos marcados por la corrupción que contribuyó a la caída de PPK, Vizcarra... El sistema político sigue presente con un líder distinto de extrema izquierda, que viene de los márgenes del sistema político. Hoy en día con seis investigaciones anticorrupción está con la soga al cuello, o sea que hay continuidad allí, no nos liberamos de los efectos perniciosos de la corrupción sobre el sistema político. También es este un gobierno en minoría y esto contribuye a explicar la gran confrontación con el Congreso y la gran inestabilidad que se generó. Además, aún no superamos las grandes debilidades del Estado, al contrario, con Castillo se quiere desmontar lo avanzado, la reforma universitaria, educativa, de transportes. Es decir, hay continuidades. Y muchas continuidades de los tres Congresos, el disuelto, el complementario, el actual: la agenda es más o menos la misma, conservadora, por momentos mercantilista, laxa con la corrupción y contraria a la reforma del Estado.

Es curioso, no pasa un día en que se diga que Castillo cae, y sube en las encuestas...

Hay que tener cuidado. Ha habido un incremento de su aprobación en 5 puntos, pero es el primero en un año. Vamos a ver si lo puede mantener. Aparentemente, es resultado de abandonar su silencio y, como ha dicho Tuesta, volver a ser candidato, que es el reconocimiento de que no puede gobernar... Además, su defensa legal se cae, pero obstruye la acción de la justicia. Y en el ámbito político ha optado por victimizarse y hacernos creer que hay persecución política contra él. Pero hay abundantes evidencias de que en poco tiempo ha incurrido en graves hechos de corrupción. Él sabe que tiene una garantía en el Congreso que no acortarán su mandato para permitir elecciones generales, juega con esa ventaja y le permite por lo menos movilizar a ese 20% o 25% que le sigue siendo leal y pensará que con eso puede llegar al 2026, pero a costa del país. Lo ideal es que prime la sensatez y en el Congreso se llegue a un acuerdo para permitir adelanto de elecciones aunque parece difícil. Tarde o temprano vendrá, creo, que la sociedad civil se articule bien y se empiece a movilizar y ponga en el Congreso y en el Ejecutivo la presión que hoy en día no tienen.

¿Esta democracia sitiada es una oportunidad para relanzar un nuevo centro político?

Eso probablemente va a tomar un poco más de tiempo. Pero unas nuevas elecciones podrían ser un escenario para que el centro político se reagrupe y le ofrezca a los peruanos sensatez, reformas y prosperidad que hoy no están ofreciendo ni izquierda ni derecha. Sí creo que hay un espacio y creo que la única salida del país es la de recorrer ese camino de centro democrático, centro republicano, centro liberal.

Estudios de Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Mayor de San Marcos. Redactor en suplementos Domingo, Rojo y Blanco (regionales), VSD de La República. Editor de Espectáculos en La República. Reportero de deportes en El Gráfico Perú. Editor de Sociedad y Especiales en La República. Coeditor de Política en La República.