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Sociedad

Arequipa: los ojos de agua que se secan por el cambio climático

La intensa actividad agrícola en la zona sur oriental de Arequipa está condenada a desaparecer. Manantiales no recargan con las lluvias ni deshielos agotados del Pichu Pichu. El clima cambió, el patrón de precipitaciones es distinto.

La familia de Cornelio Chirio es una de las quince que aún habitan en el anexo de Mosopuquio, distrito de Characato, zona sur oriental de Arequipa. Treinta y cinco años atrás, este lugar era un prodigio, un oasis en uno de los desiertos más áridos del mundo (extensión de Atacama). 200 hectáreas de cultivo alimentadas por las aguas de un manantial inmenso que brotaba desde treinta metros de profundidad. Esa reserva se agotó, es un hilo de agua cada vez más profundizado en el subsuelo.

La República llegó hasta este lugar tras un viaje de más de una hora y media desde la ciudad. Mosopuquio se asemeja a un pueblo fantasma. Cornelio es uno de sus sobrevivientes. Se resiste a abandonar sus tierras, aunque las cosechas son magras. Antes un topo-recuerda- producía más de 30.000 kilos de productos de panllevar. Sembraban ajos, papas, ocas, cebada, habas y maíz. Hoy solo pueden regar 6 hectáreas con esa agua que apenas les dan dos horas por semana (jueves y domingo) y que también les sirve para su consumo y para dar de beber a sus animales.

Para sacar el recurso hídrico, los agricultores usan una bomba que funciona con energía eléctrica. Entre los que quedan pagan S/ 200 al mes.

Antes que familias enteras migren a la ciudad, hicieron varios esfuerzos para salvar los campos. Construyeron canales de regadío conforme el agua iba disminuyendo de nivel. Esa infraestructura está abandonada, el manantial se ha profundizado. Construyeron una represa el 2012. Este año no llenó por falta de lluvias. Cornelio se queja de las autoridades. Dice que siempre anuncian proyectos pero no cumplen. Incluso un gobernador les dijo para qué iban a hacer tanta inversión en cuatro gatos.

Los canales de regadía que construyeron los pobladores lucen secos por la falta de agua.

Los canales de regadía que construyeron los pobladores lucen secos por la falta de agua.

Manantiales sin recarga

Los manantiales o ojos de agua de la zona sur oriental de Arequipa, dependen de las lluvias de verano que descienden del volcán Pichu Pichu, este nevado también aportaba con sus nieves perpetuas ahora desaparecidas.

Las lluvias se comportan de manera anómala. El director del Senamhi en Arequipa, Guillermo Gutiérrez, recuerda que hubo temporadas de sequía y otras, en donde las precipitaciones en días descargan todo lo que debería caer normalmente en toda la temporada.

José Luis Ticona, especialista también del Senamhi, señala que este año solo registró una lluvia extremadamente fuerte el 2 de enero, superó los 34 litros por metro cuadrado (l/m2) en tres horas. Luego hubo sequía.

Antes llovía frecuentemente todos los días de enero y cuando eso sucedía había una filtración de agua al subsuelo. Ahora todo se pierde, el agua discurre perdiéndose en los ríos, explica Gutiérrez.

Ambos especialistas relacionan estas anomalías como un efecto del calentamiento global de la tierra que originó el cambio climático. “Se alteraron los procesos cíclicos en el mundo. Hay lugares donde no llovía y ahora llueve”, añade Gutiérrez.

Ticona también atribuye como otro efecto del calentamiento la presencia del fenómeno de El Niño, causante de lluvias torrenciales en la costa y sequías en la sierra.

SOLUCIÓN. La construcción de represas son una alternativa.

Desaparecidos

Mosopuquio no es el único caso. Según el secretario técnico del Consejo De Recursos Hídricos de la Cuenca Quilca – Chili, Ronald Fernández, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) tenía registrados 270 manantiales en la zona sur oriental que alimentan a los ríos Andamayo, Mollebaya y Yarabamba. En los últimos 25 años, desaparecieron entre el 10% al 15% . “Eran ojitos de agua pequeños que no tenían más de 2 litros de capacidad y servían como abrevadero de ganado, pero es una señal”, advierte Fernández.

Edgardo Uria es un agricultor de Yumina (Sabandía). Nos dice que los últimos años 16 ojos de agua pequeños desaparecieron. El efecto se ve reflejado en el sector Labanda, donde antes había 60 hectáreas agrícolas, ahora es un monte de tierra en medio de la vegetación que aún persiste. “Desde 1889 las autoridades comenzaron a llevarse el agua de esta zona para el consumo humano. Los manantiales van a desaparecer, este es el inicio”, comenta Edgardo.

Su preocupación es realista. Las familias que viven en las jurisdicciones cercanas usan el agua de manantiales para su consumo. Ante un terremoto o desastre natural que dañe el sistema de represas y Arequipa se quedé sin agua, estos manantiales podrían salvarla.

Reforestar para cuidar los manantiales.

En las faldas del nevado Pichu Pichu, hay 5.000 hectáreas de queñuales, pero esa tupida vegetación desapareció por la tala ilegal. Estos árboles cumplen una función vital, en época de lluvias contienen el agua y la infiltran en el subsuelo, dice , Ronald Fernández. Se depredaron árboles como el yaro o cahuato.

Para solucionar este problema, las autoridades de algunos distritos, la ANA y la Autoridad Regional Ambiental (ARMA), se encuentran en la elaboración de un proyecto para reforestar 170 hectáreas de este bosque.

La mancomunidad que conforman los distritos de esta zona de la ciudad, han solicitado también que se declare zona de protección. La preservación de los manantiales está en sus manos.