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Sociedad

Chincha, ejemplo para el mundo

Opera la fábrica textil carbono-neutral top 5 del mundo

La fábrica emplea a 2,900 personas y trabaja sobre siete de los 17 objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas: salud y bienestar (3), igualdad de género (5), agua limpia y saneamiento (6), energía asequible y no contaminante (7), ciudades y comunidades sostenibles (11), acción por el clima (13), vida de ecosistemas terrestres (15).

Son las 6 en punto de la mañana. El ulular de la sirena marca el inicio de una nueva jornada laboral en la fábrica de Textil del Valle. Las máquinas se encienden y el siseo de un millón de tijeras zumba en el ambiente. El sol despunta por el este, encima de las montañas azulitas. Las aguas del río Chincha juguetean con el primer resplandor del día. Colindante a la fábrica, en matemático orden, miles de paneles solares capturan la energía solar y la convierten en electricidad para echar a andar a las máquinas que incesantes tejen.

Textil del Valle, ubicada en el kilómetro 200 de la Panamericana Sur, “apunta a ser la fábrica textil más sostenible del mundo”, afirma Juan José Córdova, gerente general de la empresa. Aquí se producen prendas de vestir de algodón, poliéster y otras fibras solo para la exportación y para marcas tan reconocidas como Lacoste, Polo, Lululemon o Patagonia. El 2020, en plena pandemia, facturó más de US$ 50 millones. Con la noticia de que se trata de una de las primeras fábricas de textiles carbono-neutrales del planeta, el mundo ha volcado sus ojos sobre Chincha.

Chincha y los objetivos de la ONU

“Nuestro mercado son hoy los milennials y centennials ecológicamente super friendly, jóvenes atentos a la trazabilidad del pro[1]ducto, que buscan una historia detrás de una prenda”, describe Córdova. El hilo de la conversación hace un amplio arco desde los mantos Paracas hasta la energía alternativa. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas son la hoja de ruta.

La fábrica emplea a 2,900 personas, el 49 % de las cuales son mujeres, con un promedio de edad de 27 años, y la gran mayoría vecinos de la propia Chincha. Una sesión de media hora de yoga diaria interrumpe la jornada laboral. “Nos guiamos por la filosofía japonesa ikigai: cooperación, felicidad, paz”, relata Córdova.

Córdova es un cuadro gerencial puro y duro, no un hipster. Antes de recalar en los suaves algodonales de Chincha, trabajó en el Grupo Matte de Chile, Cementos La Unión y en Cementos Pacasmayo. El golpe de timón hacia la producción sostenible en Textil del Valle se produjo en 2018.

“Nuestros competidores son India, Bangladesh, Sri Lanka, Honduras, El Salvador, Guatemala. Estos países cuentan con materia prima más barata y beneficios laborales y tributarios mayores. En 2017, nuestras ventas cayeron notablemente. Era necesaria una transformación radical. La sostenibilidad certificada de nuestro proceso productivo, alineada con el interés de los consumidores, nos ha dado una ventaja competitiva”, explica el gerente.

La mitad de la energía que consume la fábrica es solar, el 40 % del agua utilizada en el proceso industrial se recicla y la totalidad de la merma textil –una tonelada al día– se reutiliza y con ella se fabrican 20 mil frazadas que la empresa dona al programa Abriga Perú. La fábrica aún emite 18,000 toneladas de dióxido de carbono al año, pero las neutraliza con la compra de bonos de car[1]bono, cuyo dinero se invierte en proyectos de conservación en la Amazonía peruana.

La planta de reciclaje de agua costó US$ 350 mil y se financió con un Crédito Green BCP a tasas preferenciales; la planta de energía solar costó US$ 500 mil, construida por Atria Energía y pagadera en poco menos de cinco años y medio con la tarifa eléctrica regulada. El próximo lustro el costo de energía será ínfimo. “El sol es gratis”, recuerda Córdova.

“La respuesta del mercado ha sido espectacular. Este año aumentamos nuestra capacidad de producción en un tercio. Tenemos como prospecto 10 clientes nuevos, entre ellos North Face, Banana Republic y H&M”, anuncia.

El bienestar y Friedman

La revolución industrial es de triple impacto: ambiental, social y económica. La llama[1]da economía circular que empieza a estar de moda en plazas y cafés. Los procesos están certificados por OEKO-TEX, REACH, Consumer Product Safety Improvement Act (CPSIA) iSO, Global Organic Textile Standard (GOTS), Global Recycle Standard (GRS), Worldwide Responsible Accredited Production (WRAP), Carbono Neutro Certificado (AG), Empresa B.

“El nuevo capitalismo no es pensar como Milton Friedman, solo en maximizar las utilidades, sino en apuntar a que el dinero es consecuencia final de nuestros actos”, reflexiona Córdova. El mercado es catalizador del cambio y a su vez juez. Al final de la jornada se impone la hoja contable. “No hay sostenibilidad sin rentabilidad”, precisa Córdova.

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