¿Quién será?

Federico Rosado

Docente

42 días o 6 semanas faltan para el domingo 11 de abril; por si acaso, día en que iremos a elegir al próximo presidente de la república.

Si nos atenemos a lo que presentan las encuestas, el máximo cargo de la nación se parece a una tómbola bastante modesta, en la que apenas existen 8 “premios”.

Podría decirse que esta elección también se asemeja al viejo juego de la “gallinita ciega”, en la que al elector le vendan los ojos y debe agarrar al primero de 8 que están cerca.

O, cómo no recordar, la celebérrima “casita del cuy”, en la que al asustado animalito debe “escoger” ir entre ocho casitas.

Es decir, pronosticar quién será el próximo sucesor de Sagasti es mucho más difícil que saber el número ganador de la Tinka, si la selección irá al mundial de Qatar o cuándo estaremos vacunados todos los peruanos contra la COVID-19.

Ni qué decir, respecto de la elección congresal, en la que los próximos parlamentarios resultarán de una perversidad: los electos saldrán por obra y arte de una suerte de perdedores.

En conclusión, en el Perú es más fácil de contagiarse del coronavirus que saber quién será el nuevo presidente del país, desde el 28 de julio de 2021.

Trato de imaginarme el día de la votación. Un día incierto. Como cuando se va al juzgado y se aplica la frase “en la casa del jabonero, donde el que no cae resbala”. Hasta los adivinos, chamanes, clarividentes y nigromantes ha adelantado su jubilaciónal fracasar por el pronóstico de un ganador.