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Sociedad

El baile de los que pierden en Puno sin la festividad de la Candelaria

Golpe económico. La celebración más grande del sur del país permitía un movimiento de hasta S/ 500 millones. Con la fiesta suspendida miles de puneños se quedaron sin ingresos.

Para Edwin Nahuincha la sola mención de la fiesta de la Candelaria le genera tristeza y preocupación. Al igual que 50 microempresarios, Edwin borda los trajes de luces que utilizan los más de 80 mil bailarines que danzan en honor a la patrona de Puno. Ese arte que mantiene viva la cultura local les genera ingresos para todo el año.

La edición de este año fue suspendida por la pandemia. La medida tendrá un impacto en la sostenibilidad de artesanos, proveedores de bienes y servicios, hasta del tendero que vendía cerveza.

Nahuincha, que ahora representa a los bordadores de Puno, cuenta que varios de sus colegas trabajan de obreros de construcción y otras actividades para sobrevivir.

Lamentó la falta de apoyo del Estado para artesanos que entregan su vida por mantener y conservar el patrimonio cultural e inmaterial del Perú.

Para Martha Mestas Aquise, la fiesta suponía guardar pan para mayo. Ella se dedica a la zapatería y, durante la fiesta, no había danzarín que no requiera de sus servicios. “Lo que ganaba en la fiesta me permitía ahorrar para la escolaridad de mis dos hijos y la comida de marzo y abril. Ahora trabajo solo para comer. Todo ha cambiado”, contó.

El rubro de comidas, bebidas, taxis y hospedajes también fueron golpeados. Elsa Nina, vende comida en el mercado central. Asegura que en esas fiestas triplicaba la venta de desayuno, almuerzo y cena. Con la pandemia hay poco comensal en las calles. “Al día vendo solo diez menús. Con eso solo sobrevivo”, aseguró.

Para el taxista Melquiades Andrade, febrero era una bendición. En los días de fiesta ganaba hasta S/400 por día. “Ahora la gente comenzó ahorrar y sin Candelaria, a mi casa me voy con S/40. Todo esto me desespera porque tengo dos hijos”, dijo.

Según la Cámara de Comercio y la Producción de Puno, las dos semanas que dura la fiesta, hay un movimiento económico de S/ 155 millones. Empero, el economista Jorge Villalta, cree que la cifra es mucho mayor. Los danzarines invierten en todo tipo de necesidades. Él estima que el movimiento real es de 500 millones incluidos los informales. “El que baila necesita que lo peinen, necesitan ligas para acomodarse la ropa, desea comer un sanguche, etc. La suspensión de la fiesta ha sido necesaria. Pero en términos económicos es muy perjudicial. No hay otra actividad en Puno, que permita generar ingresos en todo nivel”, dijo.

Según el ingeniero estadístico Manuel Vilca, los días de fiesta, el 80 % de la ciudadanía opta por algún tipo de servicio. “Incluso las casas particulares ofrecen servicios higiénicos y hasta hospedaje porque no hay lugar para descansar. Yo creo que la fiesta es una bendición económica”, dijo.

Jorge Villalta, confía que esta situación mejore el próximo año. Eso depende de la evolución de la pandemia, si se mantiene se acentuará la crisis. Si las cosas empeoran Edwin Nahuicna, Martha Mestas, Elsa Nina, y Melquiades Andrade, tendrán que cambiar de rubro o migrar.

Periodista egresado de la Universidad Nacional del Altiplano de Puno. Actualmente videorreportero de la Unidad de Respuesta Periodística Inmediata de La República (URPI-LR).