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Sociedad

La odisea de los pasajeros en la carretera

Paro agrario. Pasajeros con tratamientos médicos, gestantes y niños fueron afectados. Además, el costo de la comida se incrementó haciendo más difícil la situación.

Pasajeros varados en Panamericana Sur pasaron situaciones de hambre y sed. Foto: Aldair Mejía/La República
Pasajeros varados en Panamericana Sur pasaron situaciones de hambre y sed. Foto: Aldair Mejía/La República

La situación de los pasajeros varados en la Panamericana Sur fue grave, pues ya son cinco días de caos e incertidumbre por el paro agrario. Familias enteras sin poder comer, niños, gestantes, ancianos, comerciantes que lo han perdido todo y mascotas permanecieron bajo el extremo sol de Ica. Estaban detenidos tanto tiempo que la desesperación y la falta de dinero se hicieron sentir.

La noche del jueves 3, los manifestantes y trabajadores de la agroindustria, dejaron pasar por una hora más de 30 buses durante una tregua humanitaria. Ello, en la localidad de Barrio Chino, pero lamentablemente en el piquete de Expansión Guadalupe, a unos 10 kilómetros más allá, bloquearon el camino y dejaron a un gran grupo varado.

Hemos estado sin comer. Yo estoy enfermo y con depresión. Estoy tomando agua, pero no es suficiente. Desgraciadamente los medicamentos se me acabaron, yo traía solo para el viaje a Tacna” cuenta Juan José Picuadra Salcedo (77), un anciano que viajaba desde Piura, con la intención de retornar a su hogar luego de quedarse varado por la declaratoria de emergencia -en marzo- y ahora, nuevamente sorprendido, por el paro agrario para su mala fortuna.

Para ayudar a todas las personas varadas, ahora vulnerables, los habitantes de Barrio Chino se solidarizaron, realizaron ollas comunes y donaron lo que pudieron a los pasajeros, pero ha sido insuficiente ante las miles de personas varadas. La misma situación se vive en Expansión Guadalupe.

Aunque en esta primera localidad los piquetes son tan álgidos que muchos transportistas han tenido que botar u obsequiar las frutas u otras mercaderías que transportaban.

La gran mayoría de pasajeros se quedó sin dinero para comprar comida o tan solo una bebida. Madres de familia aún necesitan pañales para sus menores hijos, muchos sus medicamentos, y todos piden que el Gobierno resuelva la situación para que ellos puedan regresar a casa. En horas de la mañana un grupo de 50 personas ingresaron a un viñedo y sacaron todos los racimos que pudieron. El hambre, el cansancio y la sed se hacen presentes.

“Estamos con agua y galleta. El precio también, la oferta y la demanda está en contra nuestra. Hasta lo más baratito ya se duplicó. Ya no hay pollo, ya no hay lo necesario. Entonces, ¿qué vamos a comer?”, señala Silvia Huargioglia, madre de familia que se dirigía hacia Arequipa, pero que ahora vive de lo donado por algunos comerciantes del mercado Santo Domingo de Ica. Ya no tiene dinero y las necesidades primarias como un simple baño o una mascarilla nueva se convirtieron en lujos en medio de la protesta.

El plato de comida que les vendían los lugareños aumentó de 10 a 15 soles porque allí ya se estaría sintiendo los estragos del desabastecimiento.

“Estamos a pura agua”, dice una madre, mientras al fondo, el lamento de sus niños se hacen oír. “Los niños están de hambre, piden y piden y no hay de dónde darles”, indicó.

La presencia de la COVID-19 también es un enemigo silencioso para ellos. Todos temen contagiarse, pero la sed es más agobiante.

También hay pasajeros que viajaban con sus mascotas. Algunos han dejado de comer para alimentarlos y hacen todo lo que pueden para mantenerlos hidratarlos.

“Más me preocupo por mi perrita que por mí. Si yo hubiera sabido que iba pasar esto, no la traía porque los animalitos también sienten, son parte de mi familia”, comenta Marilú Ayala, dueña de Saravi una cachorra de 9 meses que decidió llevar a su hogar.

Según comentan algunos de los pasajeros habrían fallecido dos mascotas en el camino, uno de un paro y el otro por falta de hidratación.

Por otro lado, Vilma Minaya, madre varada con sus dos menores y su pequeña mascota, ya se quedó sin dinero “Ya no me alcanza ni para mis hijos. Se me está acabando la comidita que traje para mi perrita. No tengo nada”, indicó.

Finalmente, el Congreso derogó la Ley de Promoción Agraria, hecho que fue recibido con recelo y, a la vez, júbilo entre los trabajadores.

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