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Sociedad

Marisol Angulo Rejas: “A mí me reconforta saber que están bien”

La docente de nido que no dejó de dictar sus clases pese a contraer la COVID-19.

“Buenos días, miss. Presente”, le dicen Jesús, Aaron, Gabriela y otros niños a Marisol Angulo todas las mañanas por WhatsApp. Hasta el año pasado, la profesora de nido estaba acostumbrada a recibir a sus alumnos en un aula lista para iniciar las sesiones de aprendizaje por medio del juego, pero con la llegada del COVID-19 y la educación a distancia tuvo que buscar otras maneras de conectarse con ellos.

Para Marisol, quien es docente desde hace 25 años, es esencial que los estudiantes y padres de familia sepan que son queridos e importantes. Por ello, lo primero que sintió con el anuncio de la cancelación de las clases presenciales fue incertidumbre, pues no sabía cómo iba a poder conectarse con sus 27 alumnos, cada uno con una realidad distinta.

Después de pensar en cómo acercarse a los niños, sobre todo a los nuevos, lo primero que hizo antes de que se inicie el año escolar fue buscar a los padres por sus redes sociales y pedirles que se comuniquen con ella para conversar. Luego armó un grupo de WhatsApp y realizó una videollamada con cada niño. “Hola Isaías, ¿cómo estás? Soy tu profesora. Un gusto conocerte”, le dijo Marisol al pequeño a través de la pantalla del celular, el primer día.

La maestra cuenta que fue un reto decidir qué herramienta tecnológica usar para impartir las clases. Ella desconocía lo que era Zoom y solo dos de sus alumnos tenían computadoras, así que optó por enviar las fichas de trabajo de Aprendo en casa que ella adecúa a través del WhatsApp.

Sin horarios

La labor de Marisol se inicia los domingos en la noche, cuando descarga el material de Aprendo en casa y lo personaliza para sus alumnos, y finaliza los sábados, una vez que recibe el trabajo del último de los niños. “Antes era de 8:00 de la mañana a la 1:00 de la tarde. En ese tiempo nos organizábamos, pero ahora los docentes no tenemos horario de ingreso ni de salida”.

Para animar a sus estudiantes, la profesora agrega dibujos a las hojas que debe enviarles. Otros días se graba mientras enseña algunos temas y también hace carteles para motivarlos.

Marisol puede terminar de preparar el material para su siguiente lección a las 10 de la noche, a medianoche e incluso a las 2 de la madrugada, pues en el día no le es posible usar la computadora, ya que es madre de dos hijos pequeños. “Me las tengo que ingeniar con tal de dejarles la máquina libre”.

En el día, la maestra aprovecha el tiempo para revisar el trabajo de los menores, que puede llegar en horas variadas o a veces acumulado. Ella explica que algunas familias tienen distintos problemas que pueden afectar la continuidad del aprendizaje, por lo que siempre busca una solución.

“Hay hogares que cuentan con un teléfono y el papá se lo lleva. Recién regresa en la noche y a esa hora los chicos envían las evidencias. Otros no pueden hasta el sábado por falta de dinero. No tienen para recargar sus celulares y me avisan antes. Me dicen: ‘Miss, por cuatro días no voy a tener celular’. Yo les digo que no es obligatorio que me envíen día a día, sino ya el viernes o sábado que cobren y recarguen el teléfono”.

Enseñar con COVID-19

Marisol también ha tenido que lidiar con las familias que han contraído el SARS-CoV-2. Ella ha buscado estar al tanto para brindarles apoyo. “A mí me reconforta saber que se encuentran bien. He tenido que llamar a las mamitas y darles aliento”.

Las ganas de mantenerse pendiente y cerca de sus alumnos continuaron incluso cuando el 24 de abril le dijeron que se había contagiado del nuevo coronavirus. El malestar se inició tres días antes y se mantuvo por cerca de una semana. Tenía fiebre y la tos tampoco la abandonaba, pero decidió seguir.

“Aquí en mi casa seguí trabajando aislada con la laptop. No dejé de dictar o mandar mis clases en ningún momento”.

La profesora ama enseñar, pero señala que para lograr alcanzar a todos los niños también es importante contar con los instrumentos necesarios, por lo que espera que el próximo año se les brinde apoyo.

“En ningún momento se nos preguntó si todos los docentes teníamos las herramientas. Nosotros tuvimos que ver cómo hacer y fue un reto”.

Y mientras las clases a distancia continúan, Marisol intenta animar cada que puede a los 27 niños que tiene a su cargo.

“En cada video que les envío, les canto y digo que muy pronto vamos a estar juntos de nuevo jugando en nuestra escuela”.

Datos

Víctimas. Según el Sutep, alrededor de mil maestros activos, cesantes y jubilados han fallecido durante la pandemia.

Denuncia. En junio, La República informó que varios profesores habían muerto por COVID-19 tras contraerlo mientras cumplían diferentes labores, como la entrega de productos de Qali Warma y materiales de estudio.

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Comunicadora y periodista con interés en temas de salud, poblaciones vulnerables, género, así como educación.