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Sociedad

Tayta: La misión ahora es ver por los vulnerables

Brigadas al rescate. Equipos de médicos, enfermeras y técnicos visitan las zonas donde hay más casos de COVID-19. Su tarea es detectar a los infectados y darles atención inmediata.

Por: Luis Villanueva

Rocío Ulloa, enfermera y brigadista, acaba de realizar el tamizaje a una familia en la zona de Perales, El Agustino. Hay incertidumbre, han pasado 10 minutos y debe decirle a la hija mayor que sus padres han dado positivo al COVID-19.

Con los ancianos infectados son cuatro los casos confirmados en el recorrido de Rocío, quien tienen como misión vigilar la evolución de la enfermedad. Ella, al igual que otros profesionales de la salud, es parte de la Operación Tayta, la nueva respuesta del Gobierno, a través de los ministerios de Salud y de Defensa, para frenar el avance del SARS-CoV-2 en las poblaciones vulnerables.

Las brigadas conformadas por médicos, enfermeros y técnicos llegan a espacios abiertos cercanos a las viviendas que visitarán; alistan sus implementos de bioseguridad y las pruebas rápidas que aplicarán.

Esta vez dirige la operación la jefa de la Diris Lima Este, Antonieta Alarcón Guizado, quien tiene información del ‘mapa de calor’ que indica las zonas de mayor contagio.

La operación Tayta es una necesidad en un contexto donde los casos por COVID-19 han aumentado y los centros de primer nivel de atención no pueden contener el coronavirus.

Uno de los hogares que se visita congrega a 15 personas, en dos pisos. La septuagenaria de la casa presenta dolencias en las piernas debido a la osteoporosis. “Antes mi mamá salía a la tienda a comprar pan, podía caminar, pero ahora ya no sale, he dejado mi trabajo de enfermera para cuidar de ella, pues ha perdido la capacidad motriz por la cuarentena y debo estar pendiente de ella. No quiero que se contagie”, dice Cecilia, hija mayor de la anciana mientras espera los resultados de la prueba rápida.

En la casa vecina, dos adultos mayores se muestran preocupados por la visita de las brigadas. Jonás, un hombre de 70 años, aguarda en su puerta la llegada de los médicos junto a su esposa Bárbara. Él me pregunta si se llevarán a alguien por tener COVID-19.

Una enfermera lo tranquiliza y le explica el motivo de su visita y después de varias interrogantes aceptan tomarse la prueba. “Señor periodista, es mejor quedarse en casa que ir a un hospital, allá te mueres rápido”, desliza Jonás.

Bárbara, su esposa, afirma que en su casa viven seis personas, incluyendo a Jonás. Nos cuenta que su esposo tuvo que dejar de trabajar en el municipio de Santa Anita. “Cada día era una preocupación que mi esposo fuera al trabajo. Yo rezaba a Dios para que no se contagie, luego el Gobierno comunicó que los adultos mayores no tenían que hacerlo y me regresó el alma al cuerpo”.

“Lima este tiene casi 50 mil casos de COVID-19. Los distritos donde más reportes se ha evidenciado son El Agustino, Santa Anita y Ate. Un 30 % de ellos son sintomáticos y el 70 % asintomáticos. Vamos a los lugares de mayor incidencia y mitigamos el virus en el menor tiempo posible”, explica la jefa de la Dirección de Redes Integradas de Lima Este, Antonieta Alarcón.

El Ministerio de Economía asignó 7 millones de soles para esa dirección sanitaria, recursos que son invertidos en personal, materiales médicos e insumos. Alarcón Guizado sabe que la lucha no solo es con la falta de acceso a la salud sino contra el desconocimiento de los pobladores. “Con estas campañas no solo buscamos que ellos superen el COVID-19, también buscamos que repliquen los cuidados con sus vecinos”.

Una de las brigadistas da aviso a los pobladores de las zonas altas usando un megáfono. Hay personas que se resisten a ser evaluados por los médicos. Uno de ellas nos cuenta que una madre se negó a recibirlo y le arrojó agua cuando se iban. “Hay personas que no están de acuerdo, si tan solo nos escucharan y sepan que queremos ayudarlos sería distinto”.

La última casa por visitar es de Florlinda. Por su avanzada edad y su lento caminar, fue puesta al final de la lista de los brigadistas. No entiende las indicaciones de las enfermeras, pues la joven que la acompañaba dice que solo habla quechua. Al irse, pronunció una frase que no entendíamos y que al ser traducida por una vecina le dio significado a todo: “Tayta, amor por el prójimo que no acaba nunca”. Diez minutos después, Florlinda dio negativo a su prueba de COVID-19. Todos se alegraron por ella.

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