La impotencia de no poder decir adiós a las víctimas de COVID-19
Sin contención. La pandemia no solo dejará cicatrices en los pulmones sino rasguñones en el alma de aquellos que vieron partir a los suyos sin procesar el dolor. Qué hacer y cómo enfrentar. Hay terapias para superar el dolor emocional.
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Liz Ferrer Rivera
“El no despedirme me provoca una impotencia...Hoy mi corazón se siente triste, por esta maldita guerra con este virus, que se lleva a un buen docente y un compañero de lucha...”.
Estos son los mensajes de alumnos, amigos y familiares escritos en una red social tras la muerte del catedrático Carlos Gutiérrez Delgado. Gutiérrez ingresó el sábado 08 a la Unidad de Cuidados Intensivos COVID del hospital Daniel Alcides Carrión. “Me pasan a UCI, ya no podremos comunicarnos. Mi linda familia, mis amigos, mis alumnos, los quiero a todos”, fue su último mensaje también dejado en forma virtual. Al día siguiente falleció.
Los sentimientos de culpa, enojo, frustración y rabia son comunes en los deudos de las víctimas de la COVID-19. El psiquiatra, Wilson Guzmán Olivera, percibió estas emociones en las familias que perdieron un ser querido por la pandemia. Él lidera el equipo que realiza el acompañamiento psicosocial a los pacientes del hospital Hipólito Unanue. Cuatro psicólogos, cinco enfermeras y él, brindan además ayuda psicológica a los familiares de los hospitalizados y fallecidos.
“Él último recuerdo que tiene la familia de su ser querido, es verlo entrar al hospital, con dificultades para respirar y temor. No pueden comunicarse con él. Después de la muerte tampoco pueden vivir el luto como antes”, añade.
Eso significa un velorio con los familiares y amigos que son el sostén emocional, sostiene el psiquiatra.
Explica que las etapas de duelo son la negación, el enojo, el miedo o depresión y la aceptación. En la segunda fase surge la culpa. Hay personas que creen haber sido los responsables del contagio; también señalan a un hijo o nieto de haber infectado al abuelo o la abuela. Surge la frustración y rabia por no haber despedido del ser querido, lo peor, cuando había una situación no resuelta con el fallecido.
Guzmán resalta que si esos sentimientos no son canalizados pueden surgir trastornos mentales. Depresión y ansiedad son algunos de ellos. Cada caso es distinto, y habrá personas que puedan procesar esas emociones a través de una psicoterapia y otros necesitarán también de una intervención farmacológica.
Lo que se viene
En Tacna, el coronavirus cobró la vida de 295 personas en cinco meses. El psiquiatra destaca que ya se percibe las secuelas de la pandemia, las cuales serán más visibles cuando este periodo de emergencia termine. Antes del COVID-19, según el Instituto Nacional de Salud Mental, señalaba que el 20,2% de la población tacneña padecía de algún trastorno.
En Puno 22,1%, en Arequipa (18,8%) y Cusco (14,3%). Guzmán comenta que los problemas de salud no solo se presentarán entre aquellos que perdieron a un ser amado o los sobrevivientes al virus, sino también en las personas que no padecieron la enfermedad. Habrá trastornos de adaptación.
Problemas
Ese trastorno se sufre por estrés. Son respuestas a pérdida de familiares, enfermedades o cambios repentinos. Se manifiestan con falta de sueño o pesadillas, llanto frecuente, aislamiento, falta de apetito, ideas suicidas.
Guzmán resalta que el miedo y la ansiedad son reacciones naturales y que la pandemia predispone a ello. Su equipo en el Unanue trata de dar soporte y contención emocional a los pacientes COVID del área de hospitalización, comunicándose con ellos y sus familias a diario vía telefónica. Esa contención consiste en técnicas que logren calmar al paciente y no dejar que sus emociones lleguen a un nivel en que no pueda controlarlas.
Cómo se da la contención emocional
En el hospital Unanue es fundamental la contención emocional.Consiste en la escucha activa, la empatía, tratar de entender al otro. En la psicoterapia, por ejemplo, se trata de alejar esa última imagen del ser querido con temor. Se hace que los familiares busquen fotografías donde puedan recordar al fallecido con un rostro alegre, o tranquilo, como era antes de partir. También se pide a los deudos escribir una carta donde expresen sus emociones contenidas que no pudieron darse frente a la repentina muerte.
“Esta situación en algún momento tendrá que pasar. Ahora estamos en el momento más difícil de la pandemia, sobre todo en Tacna donde los casos están aumentando. Pero como todas las pandemias tiene un curso cíclico y pasará”,concluye Guzmán.
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