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Sociedad

Arequipa: Policías mueren en carpas esperando camas COVID-19

Domingo negro. Tres suboficiales perecieron el fin de semana a la espera de una cama para ser atendidos. Hospital COVID Honorio Delgado ya no tiene capacidad para atender. Policias se quejan por falta de ayuda.

Hasta siempre. Suboficiales Guillermo Ynga, Angel Huanca y Luis Apaza murieron este fin de semana esperando una cama donde ser atendidos en hospital COVID-19.
Hasta siempre. Suboficiales Guillermo Ynga, Angel Huanca y Luis Apaza murieron este fin de semana esperando una cama donde ser atendidos en hospital COVID-19.

Abad Ventura

Arequipa

Ayer, fue un día negro para la Policía en Arequipa. Tres suboficiales murieron esperando una cama en el hospital COVID-19. En lo que va de la pandemia, 10 efectivos perecieron a causa del virus.

El ultimo efectivo en perecer esperando una cama UCI es el suboficial técnico de primera PNP Luis Apaza Huillca (51). Hace una semana durmió tres noches en la carpa y como evidencia quedó una foto que se viralizó en las redes sociales.

Entre lágrimas su esposa Alejandra Barriga suplicó al General PNP Victor Zanabria y al propio presidente de la República Martín Vizcarra, para que lo lleven a una clínica o a Lima. En el Honorio Delgado le habían indicado que no había camas UCI.

La mañana del último domingo, desde SaludPol llamaron a Alejandra para decirle que lo iban a llevar en avión a Lima. La noticia alegró al propio policía y su familia. Pasaron las horas y nunca se concretó. Finalmente murió como a las 15:30 horas del domingo. “Lo mataron. Me hacen alistar mis cosas para nada. Mi esposo me decía que ya no podía más, y yo le decía, tienes que ponerte fuerte porque ya nos vamos a Lima”, cuenta Alejandra.

Otro de los suboficiales en perecer ayer fue Angel Jesús Huanca Cahuana (56). También murió al llegar al hospital COVID-19 la tarde del domingo. Hasta hace dos semanas era jefe de la comisaría de Ocoña (Camaná), del cual fue cambiado por las quejas de las autoridades. Le pedían un control más estricto a las personas que transitaba desde Secocha a Camaná y viceversa. El agente cumplía en la medida posible esta labor, pero por falta de personal no se podía a un 100%. Se cree que en esa labor se contagió. Al dar positivo hace 10 días empeoró su salud. Fue llevado al hospital Apoyo de Camaná y ante la gravedad hacia Arequipa. Murió cuando era ingresado a observación. Tampoco había cama UCI para él.

Mueren en espera

“Hubiese preferido que muera en la Sanidad que en hospital Covid. Allá estaba al menos en una cama y no en una silla de ruedas y en la intemperie (carpa). Lo trajeron porque nos aseguraron que iba a recibir un ventilador, pero aquí (hospital COVID) no había ninguno disponible. Nos dijeron que tienen que hacer cola”, son las palabras de una joven que el pasado sábado perdió a su padre Policía.

Guillermo Ynga Foraquita es un policía que en febrero – semanas antes de la cuarentena – cumplió sus 30 años de servicio. Era un salvavidas que cada verano retornaba a las playas de Arequipa para salvar vidas, y lo hizo en cantidad. Paradójicamente, a él no le pudieron salvar la vida. Murió este sábado esperando una cama UCI en una carpa instalada del hospital COVID.

Su familia está segura que con un ventilador se salvaba. “Me duele el pecho y la espalda. Me falta aire”, había indicado el agente que ya tenía conectado su oxígeno. Hace 20 días había empeorado, luego de contagiarse mientras trabajaba en patrullaje de la comisaría de Aplao (Castilla). Estuvo allí desde marzo de 2018.

La historia de suboficial superior PNP Luis Cappa Medrano (52), también es similar que la de su colega y promoción Guillermo Ynga. Estuvo en la Sanidad de la Policía. El jueves le hicieron la transferencia porque necesitaba una cama UCI. Llegó al hospital COVID-19 donde permaneció desde las 10.00 de la mañana hasta las 4.00 de la tarde en los exteriores. Recién a las 5.00 lo ingresaron a hospitalización.

“No había cama. De tanto suplicar y molestar a la Policía, a los médicos y hasta recurrir a la prensa, le dieron una. Pero el necesitaba una cama con oxígeno y no había. Cuando lo entraron al hospital ya no nos dejaron verlo”, señala su hijo mayor. El agente estuvo comunicándose por whatsaap hasta la una de la mañana del viernes, y lo único que le complicaba la salud era la respiración.

“Tráeme frazada, hace mucho frio”, le dijo a su esposa. Ella se acercó a las 9 horas para visitarlo y llevarle lo que pidió, cuando le dijeron en la puerta que su esposo había muerto 20 minutos antes.

Ambas familias coinciden en que la Sanidad de la Policía es pura infraestructura. No tiene camas UCI, ventiladores ni equipos. Una lectura similar tiene el jefe de la IX Macro Región Policial, General PNP Victor Zanabria, que días antes aceptó este problema en una radio local. “No es mi culpa que, al presentarse esta pandemia, no hayamos tenido la capacidad de repuesta en nuestro hospital. A simple vista se ve un edificio imponente, pero lamentablemente tenía demasiadas carencias. Hemos hecho un convenio con EsSalud, y los pacientes graves son derivados hacia dichos hospitales.

Policia se salvo de milagro

De esa última lista forma parte la suboficial Maritza Tacca Cáceres de 32 años, que estando de servicio en la Sanidad de la Policía se contagió. El 29 de mayo se agravó su situación y el 4 de junio fue entubada en el hospital COVID-19. Estuvo sedada 13 días en los cuales su esposo Paolo, que también es policía, rezaba día y noche. No la veía y solo por los médicos sabía de su estado.

El 16 de mayo le informaron que había salido de UCI y su alegría junto a su hijo fue inmensa. Ahora ya fue dada de alta, pero aún debe cumplir sus 14 días de aislamiento. Su esposo pidió sus vacaciones y ahora la cuida.

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