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Sociedad

Ficciones económicas, laborales y mineras (II)

"En el caso de Tía María, vemos que tanto la ministra de Energía y Minas, como Southern, intentan aprovechar la pandemia para, con la excusa de la necesidad de trabajo e inversión, se acelere su construcción".

Columna
Columna

César Caro

Escribía al finalizar mi anterior artículo que no creo en un Estado empresarial, pero tampoco en el sector privado como máximo y único dueño de las ganancias netas que se generan sobre todo en las concesiones mineras, más aún por la forma en que las mismas se consiguen, se administran e incluso se financian y construyen. Veamos dos casos: Tía María y Quellaveco.

En el caso de la primera, vemos que tanto la ministra de Energía y Minas, como el Ceo de la Southern Copper Corporation, intentan aprovechar la pandemia generada por el COVID-19 para, con la excusa de la necesidad de trabajo e inversión, se acelere la construcción y producción sin aclarar varios claro oscuros, ligados no solo al impacto ambiental, sino también a la posible explotación futura de los sulfuros. ¡Y ello sin intentar cambiar en un ápice los términos actuales en cuanto tiempo de las concesiones y destino de las ganancias netas!

En el caso de la inversión, calculada en cerca de 1500 millones de dólares cabe indicar que, al haber sido considerada como inversión de capital la misma será deducida de las ganancias y por consiguiente la empresa pagará menos impuestos, lo que a su vez generará menos canon minero. Asimismo, una gran parte de la cifra total (+ o – 70%) será destinada a la compra de equipos (camiones, palas, etc.), los cuales a su vez posteriormente serán motivo de la depreciación acelerada, que permite reducir el costo total de los mismos en forma anual (20%), suma que también será descontada de los impuestos. Y aquí una inquietud: ¿cuál fue es costo de la concesión?

Algo semejante ocurre con Quellaveco, en que si bien es cierto que la política de responsabilidad social de Anglo American es superior a la de la Southern, también se producen o se producirán aspectos similares: del total de la inversión programada (US% 5000 millones), la mayor parte ira al exterior para compra de equipos, los que ingresan sin pagar IGV y posteriormente también son motivo de depreciación acelerada reducida de los impuestos, con lo que el Estado, al igual como ocurre en otras minas del Perú, acaba financiando gran parte de la construcción. Y no olvidemos tampoco, que el costo de la concesión fue de cerca de 12 millones de dólares. Posteriormente el Banco Mundial se benefició al vender el 18.1 % de sus acciones a una subsidiaria de propiedad absoluta de Mitsubishi Corporation, en US$ 888 millones y luego Anglo hizo lo mismo al vender a dicha empresa 21.9% de sus acciones en US$ 833 millones, de acuerdo a uno de sus comunicados oficiales, sin que el país y la región se beneficiasen en un solo dólar. Es decir: ganaron sin producir una sola libra de cobre, en tanto que nuestras autoridades y clase política no intentaron negociar…y lo que es peor: dicha situación puede repetirse dado que no han emitido ninguna norma que corrija tal situación.

Por ello, en muchos aspectos continua vigente a casi 50 años de su publicación el libro de Galeano: “Las venas abiertas de América Latina”, sobre todo cuando expresa que “el subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo” y que “la división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder.”

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