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Sociedad

La Catedral se llenó de los peruanos que la pandemia arrebató

En el recuerdo. Unas 5 mil fotografías fueron colocadas en los asientos, columnas y paneles de la Catedral de Lima. El monseñor Carlos Castillo calificó al sistema de salud como “el sistema de enfermedad, que se basa en el egoísmo y en el negocio”.

“No éramos muy apegados a Dios, pero en todo el transcurso de esta enfermedad, ocurrieron muchos milagros”, recuerda Julio Santos (27), hijo y homónimo de su padre, quien falleció a causa del Covid-19 a los 73 años.

Julio Santos padre fue durante 44 años catedrático sanmarquino en la facultad de Psicología y fue, precisamente, un amigo de esta universidad quien le avisó a Julio hijo sobre la misa que ofrecería el Arzobispado de Lima para las víctimas mortales del coronavirus, que ya suman más de 6 mil en el Perú.

La fe creciente que hoy tiene Julio hijo hacia Dios no lo hizo dudar en enviar la fotografía de su padre. En esta imagen, el adulto mayor luce una camisa roja y un saco blanco, y muestra esa mirada calmada con la que su familia lo recuerda. "Era muy disciplinado, nunca se alteraba y ahora que ha fallecido hemos conocido todas las acciones buenas que hizo en silencio, las que al final nos terminaron salvando la vida a nosotros también".

Y es que la familia de Julio hijo también se infectó del Covid-19. Sin embargo, para él fue un milagro la llegada de un médico, a quien su padre siempre ayudó, que se ofreció a atenderlos en el momento oportuno.

Lo ocurrido ayer a las 11:00 a.m. en la Catedral de Lima ha sido calificado, incluso por los no creyentes, como un conmovedor homenaje a las personas que fallecieron a causa del Covid-19, muchas de ellas tras entregar su vida para salvar otras.

"Este evento nos dio esa paz para que mi papá siga descansando. Entiendo que así como nosotros, hay muchas familias que tenían esta necesidad espiritual", concluye Julio hijo, cuyo padre, precisamente ayer, cumplió un mes de fallecido.

No más sabores amargos

Eran más de 5 mil fotografías colocadas en grupos de 13 por cada asiento. Habían otras en las columnas y en los paneles. Todos parecían oír las palabras de monseñor Carlos Castillo Mattasoglio. “El sabor amargo y duro de las muertes de nuestros hermanos aquí presentes, a través de un signo como la fotografía, recuerdan en el corazón el clamor de todo nuestro pueblo por hacer un digno entierro que fue imposible por las circunstancias que tenemos. Pero eso se puede transformar en una alegría cuando saboreamos el sentido de la muerte de Jesús que fue para darnos vida”, dijo.

Sin embargo, también dejó en claro la oposición a ese “sistema de salud, que más bien es un sistema de enfermedad, porque está basado en el egoísmo y el negocio y no en la misericordia y la solidaridad con la gente”.

Al finalizar, cada retrato recibió agua bendita que, para los católicos, es un signo de purificación y perdón de los pecados.

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