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Sociedad

Informales se debaten entre el hambre y el coronavirus

Consecuencias. La cuarentena desaceleró la expansión galopante del Covid-19, pero también la economía. Especialistas consideran que esta situación ocasionará que el confinamiento dure más de lo previsto y advierten que la informalidad laboral en el país puede crecer de 70% a 80% debido a la ola de desempleos.

Por: Grace Mora, Johann Klug y Diego Quispe

Es mediodía y Maribel yace sentada en una columna amarilla, en el paradero de Caquetá, en San Martín de Porres. En tiempos de coronavirus y recesión económica, vive una disyuntiva: ¿morir por el virus o de hambre? Tiene tres hijos y antes de la pandemia, los mantenía vendiendo comida en la calle. Los primeros días de la emergencia, cumplió estrictamente el confinamiento social, pero la situación cambió ante la ausencia de algún bono que sea un oxígeno para su familia. Por eso, desde el último lunes, decidió abandonar la cuarentena y dedicarse a ofrecer golosinas.

“Tenía mi carrito donde vendía mazamorra morada y arroz con leche, pero como no podíamos salir por la cuarentena, lo guardé porque no puedo generar concentración y hacer que la gente se contagie”, relata.

Maribel detalla que antes de la pandemia, sus ingresos diarios eran, en promedio, S/ 40. Actualmente, ofreciendo dulces, percibe S/ 10. “Con eso tengo que arreglarme para darles de comer a mis hijos”, lamenta.

A breves kilómetros, en la estación Grau, en El Agustino, Jerson Alexander Fernández limpia las ventanas de los vehículos, cada vez que el semáforo marca en rojo. Antes de la cuarentena, trabajaba como conductor independiente. Viste con mascarilla y carga una botella de alcohol, con la que se limpia luego de recibir las monedas arrojadas por los choferes. Alexander, a sus 20 años, es padre de dos hijos y no ha recibido ningún bono.

“Quizás lo ha recibido gente que de verdad lo necesita, no lo sé. El presidente y el Congreso no ven que el pueblo tiene hambre. Gracias a Dios, yo tengo dos brazos y dos pies. Puedo salir adelante. Prefiero ganarme S/ 20 o S/ 30 diarios”, dice.

A lo mismo se dedica Elmer Rivera. Lleva una semana limpiando ventanas. “De alguna u otra manera sobrevivo con el apoyo de mi familia, pero tampoco puedo pedir más porque ellos también están escasos (en recursos)”, cuenta.

Estragos de la cuarentena

Tales testimonios evidencian que los estragos económicos de la pandemia y las medidas de aislamiento social se han contrapuesto en nuestro país.

El último lunes, en La Victoria, miles de comerciantes informales abarrotaron las calles del emporio comercial de Gamarra, sin acatar las medidas de distanciamiento y exponiendo su salud. Al día siguiente, la comuna de este distrito y el Ministerio de Defensa realizaron un operativo de desalojo. Cercaron el territorio. Sin embargo, eso no impidió que los ambulantes migren a otros lugares. Ayer, personal de fiscalización de la Municipalidad de Lima los encontró en los alrededores de la avenida Grau, cerca del Mercado Central, y les confiscaron sus productos. Los ambulantes protestaron, pues la medida no resuelve el problema de fondo.

La excandidata al Congreso Isabel Cortez protestó en Twitter: “Nos han convertido en el enemigo y nos echan la culpa del fracaso de la cuarentena, a la gente que tiene que salir a trabajar para comer porque el bono prometido jamás llegó. Da cólera, rabia, pena. El Gobierno y las autoridades nos tratan peor que al virus. ¡Basta, ya basta!”.

Daniel Parodi, historiador y profesor de la Universidad de Lima y la PUCP, refirió que la disyuntiva no solo es estar a favor o en contra del derecho a laborar, y a la subsistencia de los comerciantes. “Se trata del orden y de la responsabilidad de los ciudadanos y ante la sociedad en su conjunto. Si nos quedamos solo en el ‘necesitan trabajar’, entonces pronto seremos los líderes mundiales del Covid-19”, reflexionó.

Parodi recuerda que desde hace 50 años nuestra sociedad se volvió informal. “Fue por la transición demográfica, la migración del campo a la ciudad y la incapacidad del Estado por resolver las demandas sociales de nuevas poblaciones urbanas”, sostuvo.

Para el docente de Business School, de la Universidad del Pacífico, Jorge Carrillo Acosta, la informalidad ocasionó que sea complicado mantener a las personas en sus hogares e identificarlos para proporcionales bonos. “El presidente Martín Vizcarra dijo que iba a entregarlos a 6,8 millones de familias, pero es difícil ubicarlos a todos. Es la tormenta perfecta”, manifestó.

El investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), Hugo Ñopo, calcula que en el clima pospandemia, nuestra informalidad pasará a ser de 70% a 80%. “Porque sabemos que de los 6 millones de empleados privados, un millón y medio están siendo despedidos. Es una primera aproximación”, indicó.

No obstante, Carrillo Acosta precisó que los ambulantes, en estas circunstancias deben ser conscientes de que al salir de sus casas no venderán lo mismo que antes. “Y si siguen en casa, la cuarentena acabará más rápido y luego podrán salir a vender más. Perú fue el primer país del continente en imponer la cuarentena, pero aún no la levantamos. Tenemos el confinamiento más largo del mundo”, precisó.

Agregó que mientras en un distrito se acate el confinamiento y en otro haya aglomeraciones de comerciantes, no bajará el índice R (nivel de reproducción del virus).

Acceso a data

Ñopo y Carrillo coincidieron en que el acceso y uso de toda la data disponible para poder distribuir los bonos a nivel nacional es fundamental. “Lo que tuvo que hacer el Gobierno es cruzar el padrón de hogares, RENIEC y con las que tenían acceso. El problema es que el poblador informal no registra datos”, dijo el docente de la Universidad del Pacífico. “Un mejor sistema estadístico permitiría hacer seguimiento, pero también un aparato estatal que llegue a la gente. Estuvimos, en estos años, encaminados a minimizarlo, pero hoy nos chocamos con una realidad, el concepto capilar del Estado estuvo ausente”, agregó el investigador de GRADE.

Además, es fundamental la labor de las municipalidades distritales, que, hasta el momento, la mayoría pinta por su ausencia. “Han demostrado ser un desastre, porque la repartición de los S/ 214 millones para las canastas fue catastrófica, más de la mitad de comunas no las entregaron. Estas deberían ser las más interesadas en el tema del control de la cuarentena. En Gamarra, dicen que no hay arbitrios y, por ello, no pueden enviar serenos, pero eso no los justifica”, sentenció Carrillo Acosta.

El dato

Prioridades. El efecto del confinamiento para los ambulantes es que las necesidades económicas están por encima de la emergencia sanitaria.

Declaraciones

Hugo Ñopo. Investigador de GRADE

“La informalidad es un problema de larga data, pero la epidemia nos está haciendo caer en la cuenta de cuán limitante es para la economía y la sociedad, en una circunstancia en que el Gobierno quería llevar ayuda”.

Daniel Parodi. Historiador

“Gamarra es un emporio comercial gigantesco, y hablamos de vendedores que trabajan, no en las galerías, sino en las calles; a esos mismos vendedores se les intentó empadronar y reubicar infinidad de veces, y no quisieron”.

Jorge Carrillo. Docente U. Pacífico

“En la década de los 80, la informalidad salvó al país, pero treinta años después tendríamos que haber aprendido la lección. Si no aplicamos medidas desde ahora, entonces, nos pasará factura más adelante”.

Acatar el distanciamiento social

El decano del Colegio Médico de Lima, Juan Astuvilca, respecto a las aglomeraciones que se producen por la presencia de comerciantes informales en las calles, refirió que acudir con mascarilla no garantiza la no infección de coronavirus. “Son lugares de alta concentración, y podemos acudir incluso con guantes, pero eso no asegura que no nos contagiemos. No solo implica medidas de higiene, sino también que no nos toquemos la nariz ni los ojos”, dijo.

Agregó que al momento de intercambiar monedas pueden estar contaminadas. “Y la persona al guardar ese dinero, luego, por intuición, lleva sus manos a la cara e inhala. Por eso, el contagio es imperceptible”, alertó.

Astuvilca considera que los informales deben trabajar en un espacio con protocolos de higiene. “Lo ideal es acatar el distanciamiento social, el aforo reducido y guardar las medidas de supervisión sanitaria”.

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