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Sociedad

Coronavirus: Miedos y retos (VII)

“Como también se está reduciendo paulatinamente el sentir de aquellos que consideran que “la renta básica universal”, es una utopía”

Columna
Columna

César Caro

Recordaba en mi anterior artículo a Adam Smith: “Si una sociedad libre no puede ayudar a los muchos que son pobres, no puede salvar a los pocos que son ricos”. Frase a la que adiciono otras, tanto del actual Papa, que “alentó a los fieles a vivir el espíritu de la pobreza, sin acumular riquezas para uno mismo sino usarlas para el bien común”, como también del fundador de Facebook Mark Zuckerberg, que es un firme partidario de la “renta básica universal”, con otros grandes magnates de Silicon Valley, teniendo como marco la desigualdad económica en el mundo, la cual según la organización británica Oxfam, permite que la riqueza esté cada vez más concentrada, a tal punto que luego de que en el 2017 unas 43 personas poseyeran las misma riqueza que 3,800 millones de seres, en el 2018 el número de miembros de este selecto grupo se redujo a sólo 26 individuos.

Como también se está reduciendo paulatinamente el sentir de aquellos que consideran que “la renta básica universal”, es una utopía, algo semejante a lo que ocurrió con otras grandes conquistas universales como la jornada laboral de ocho horas, --que dicho sea de paso, continua igual a pesar que la productividad se ha incrementado varias veces desde que se otorgó--, o el voto femenino.

Ahora bien, ¿cómo financiar la misma? La respuesta si bien no es sencilla y tiene varias aristas, creo que se halla en las ganancias netas de las grandes empresas financieras, industriales y sobre todo mineras, las cuales registran una rentabilidad considerable en relación a la que se da en otras actividades económicas.

Tomemos como ejemplo a la Southern que explota varias minas y está en proceso de estudios y construcción de otras (Tía María), a la par que invierte en la ampliación de diversos procesos de las actuales, tales como por ejemplo en la planta concentradora de Toquepala, (US$ 1,300 millones) y que sin embargo, --merece un aplauso--, ha tenido en el 2019 ganancias netas superiores a los US$ 900 millones de dólares.

Reitero: reconozco que la empresa privada es mejor administradora que una pública, pero cabe una pregunta ¿Southern que inició sus actividades productivas allá por la década del 60, ha de continuar explotando en las mismas condiciones económicas a la concesión minera Toquepala hasta su agotamiento total? ¿No sería conveniente explorar otras alternativas más racionales que permitan construir a la par que un entorno empresarial y social más justo, obtener los recursos que permitan generar una “renta básica universal”? (Continuará)

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