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Sociedad

Nativos sin ayuda deben usar hojas de plátano como mascarillas

En Madre de Dios. Comuneros cerraron sus entradas para evitar contagios por el COVID-19. No tienen bonos, canastas ni educación. “Seguimos siendo invisibles”.

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“Tenemos los mismos derechos que los hombres de la ciudad”, afirma Félix Kuaquibegue, uno de los líderes de la comunidad nativa de El Pilar, en Madre de Dios, que viene pidiendo apoyo en plena emergencia nacional por el Covid-19. A ellos no se les escucha bien y sus colores ahora son grises porque, en estos momentos, se han visto obligados −por la desesperación− a elaborar y usar una especie de mascarilla de hoja de plátano.

La comunidad de El Pilar es una de las 36 que existen en Madre de Dios y fue una de las que recibió al papa Francisco hace dos años. “Tenemos miedo de desaparecer, ¿hasta cuándo seremos invisibles?”, dice Félix.

El presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), Julio Cusurichi, explica que a la mayoría de las 36 comunidades nativas no se les ha entregado los bonos por vulnerabilidad. También explica que el gobierno regional no está llevando la ayuda humanitaria (alimentos, mascarillas ni medicinas) con la rapidez que la emergencia sanitaria exige. Se sienten solos.

“Lo que les digo a mis hermanos es que debemos resistir como resistimos al cólera y a otras enfermedades, y a la misma minería ilegal que nos atormenta. Por eso es importante la unidad de todos, debemos cuidarnos. El Gobierno no llega. El apoyo llega a las ciudades y no a las comunidades”, dice.

Cerraron sus entradas

Debido a esta situación, el miembro de la etnia harakmbut, Fermín Chimatani, de la comunidad de Puerto Luz, cuenta que todas las familias que viven por el río Madre de Dios y afluentes han decidido cerrar sus fronteras para que no ingresen terceras personas y no los contagien del coronavirus.

Y es que, por ejemplo, la comunidad de Puerto Luz tiene como punto de salida a un pueblo de mineros informales llamado Delta 1. Por estos días, pese al control policial, aún siguen llegando personas para sacar oro con mercurio. Incluso, ha habido casos de personas foráneas que han llegado a esta zona ubicada en el distrito de Madre de Dios, provincia del Manu, a 6 horas de la ciudad de Puerto Maldonado.

“La cuenta regresiva, con el Covid-19, ya empezó y los pueblo indígenas vamos a desaparecer si no nos atienden como a todos”, afirma Yesica Patiachi, de la etnia de los harakmbut.

“Mis abuelos decían que el árbol Anamei (el árbol de la salvación) nos salvó de pestes, incendios, males, y mira... ahora dependemos del árbol, del bosque para salvarnos”, explica.

Otro problema lo cuenta Luz Kuaquibegue, de la comunidad El Pilar. “No nos han dado bonos ni canastas. Y parece que el presidente (Martín Vizcarra) se ha olvidado de que nuestros hijos estudian. En las comunidades nativas no hay internet, o si hay es muy bajo. Tampoco tenemos computadoras, radio o televisor para que se puedan dar esas clases (‘Aprendo en casa’). Ojalá nos atiendan ahora y no cuando haya problemas”.

Para el infectólogo Juan Villena, el hecho de que las comunidades nativas usen mascarillas con hojas de plátano demuestra que existe desesperación en aquellas zonas donde no llega el Estado. “Hay que tener cuidado, no hay estudios científicos que digan que esto sea eficaz. La angustia por el temor nos obliga a tomar estas decisiones”, explicó.

Se debe indicar que el último martes, el presidente Vizcarra reconoció que no se está atendiendo debidamente a las comunidades nativas durante la emergencia nacional. Eso porque la lejanía y la inmovilización obligatoria dificultan la labor.

“Las comunidades nativas son ahorita –y hay que reconocerlo– un sector que no está siendo atendido como debiera, y tenemos que corregirlo en el menor tiempo posible y actuar inmediatamente”, afirmó, y añadió que los ministerios de Inclusión Social, Cultura, Mujer y Poblaciones Vulnerables, y Ambiente están trabajando para llegar a las comunidades.

Los pueblos nativos de Félix, Luz, Yesica y Julio esperan que este anuncio no solo sea de palabras. Están cansados de eso.

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(Lima, 1988). Estudió Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. En sus más de 10 años como reportero ha trabajado en radio, TV y prensa. Actualmente, escribe crónicas y reportajes en el diario La República. También ha sido becario de la Red de Periodistas Latinoamericanos Cosecha Roja y es colaborador de la revista Anfibia. Ocupó el primer lugar en el Primer Concurso Nacional de Periodismo sobre Políticas Sociales (CIES-2015). Sus cuentos han sido publicados en antologías literarias. Es coautor de La banda sonora de tu vida (Autómata, 2019), de Generación B, jóvenes del Bicentenario (Artífice, 2021) y de Una carta sin Paul McCartney y otros relatos (Caja Negra, 2022).