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Sociedad

La entrega

El abnegado servicio de los peruanos.

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Esta Semana Santa será una de las más recordadas por los peruanos por las circunstancias especiales que vivimos, enfrascados en la batalla contra un enemigo invisible y en medio de varias privaciones, sean estas de libertad de movimiento, encuentro con los seres que queremos, y en muchos casos alimento y otros medios de vida.

Por lo mismo es una excepcional circunstancia para una reflexión, que no sería más extendida en las circunstancias normales de una celebración religiosa que en los últimos años algunos fue convertida en una fiesta pagana, un largo fin de semana donde lo que menos importaba era el sacrificio y la entrega por otros.

No es una casualidad que, en el contexto de la actual emergencia, el Papa Francisco ha señalado al inicio de esta Semana Santa que el drama por el que estamos atravesando nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve si no se sirve, porque la vida se mide desde el amor. Nos ha recordado que Dios nos salvó sirviéndonos y que normalmente pensamos que somos nosotros los que servimos a Dios. “No, es Él quien nos sirvió gratuitamente porque nos amó primero; es difícil amar sin ser amados, y es aún más difícil servir si no dejamos que Dios nos sirva”.

En el Perú hemos tenido en estos días valiosos ejemplos de lo que realmente importa. Hace horas, el Ministerio de Salud ha reportado el fallecimiento de un médico contagiado de COVID-19 y que laboraba en un centro de salud de San Juan de Lurigancho (Lima). Él, formado en el juramento hipocrático del servicio, no se perdió en la insignificancia de la abstención y escogió encarar desde su profesión el compromiso en esta hora difícil. Aunque era un hombre con seres amados que lo esperaban en casa, y que hoy lloran su partida, este médico prefirió darle sentido a la entrega a los demás con el costo de su propia vida.

Eso mismo hacen en este instante miles de peruanos de los servicios de salud, policías, serenos, soldados, trabajadores penitenciarios, trabajadores de la prensa, obreros de limpieza, trabajadores de agua potable y electricidad y de los centros de abastos, choferes, entre otros, para que el país experimente con menos privaciones el tránsito doloroso de la pandemia.

Que nuestra reflexión en estos días repare en lo que otros hacen por nosotros; que vaya con ellos y con sus familias que viven el riesgo a flor de piel nuestro reconocimiento, y con ello nuestros deseos de que salgan indemnes de esta prueba de amor que ofrecen con su trabajo doblemente abnegado.