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Sociedad

Arequipa y un aislamiento social que se cumple a medias

PANORAMA. Es cierto, las avenidas están libres de vehículos y de contaminación. Sin embargo, la ciudad late con fuerza en los mercados. Los compradores se aglomeran, no tienen mascarillas y no respetan el metro de distancia. Así, con estas licencias, ¿podremos contener el avance de esta pandemia?

Caso omiso. Militares hacen denodados esfuerzos para que ciudadanía se quede en su casa y frene la propagación del covid-19. Un sector no acata y son detenidos durante el toque de queda.
Caso omiso. Militares hacen denodados esfuerzos para que ciudadanía se quede en su casa y frene la propagación del covid-19. Un sector no acata y son detenidos durante el toque de queda.

Roberth Orihuela Q.

Arequipa

Desde la declaratoria de emergencia, Arequipa y sus bulliciosas avenidas cambiaron radicalmente. En las denominadas horas punta, no hay congestión vehicular, se silenciaron los cláxones y el aire se purificó debido a la reducción del smog proveniente del viejo parque automotor. La ciudad palpita básicamente en vías aledañas a los centros de abastos mayoristas y mercados.

Son nueve de la mañana del jueves. Tres horas después el presidente Vizcarra anunció la ampliación de la emergencia hasta el 13 de abril. Recorremos la ciudad de cono a cono.

Empezamos en la parte alta del distrito de Cayma. Desde ahí, un viaje hasta el mercado mayorista Avelino Cáceres demora 40 minutos. Ahora con calles libres nos toma apenas 25 minutos. Bajamos por Acequia Alta, Carmen Alto y llegamos al puente Chilina.

En este primer tramo no hay policías. Los vecinos hacen su vida casi normal. Algunos van a las tiendas y farmacias; otros pasean con sus mascotas. No hay nadie que les diga que vuelvan a sus casas, tampoco usan mascarillas. Hay combis que hacen rutas cortas hasta la altura del estadio de La Tomilla.

El puente Chilina es el primer punto de control. La Policía nos deja pasar luego de mostrarle nuestras identificaciones. Más controles entre Miraflores y Alto Selva Alegre, la avenida Dolores e ingreso a Avelino Cáceres. Nos identificamos hasta en cuatro oportunidades. En este centro de abastos, parece que no hubiese emergencia. Hay una concentración notable de compradores y vendedores. No guardan la distancia de un metro, varios ciudadanos ni siquiera llevan mascarillas, tampoco guantes. Hay ambulantes que venden estos implementos entre S/ 2 y S/ 3.

Los ciudadanos, con sus bolsas repletas, esperan sus buses en el óvalo de los Bomberos. Por allí pasan algunos. Hay pocos. Esperan hasta 30 minutos para abordar una unidad.

Según el alcalde provincial Omar Candia, el transporte público se redujo a 10% de su capacidad máxima, cuando debería garantizarse el 50%. Argumenta la falta de usuarios.

En Andrés Avelino Cáceres subsisten los comerciantes de artículos de primera necesidad: verduras, frutas, carne y abarrotes. El resto debe cerrar o cambiar de rubro. Los que vendían accesorios de tecnología, ropa en la cachina o restaurantes venden verduras o pollo.

Es el caso de Harly Quiróz, un excomerciante de accesorios para celulares que ahora comercia verduras. Siendo independiente -revela- no tiene un ingreso. La misma decisión tomó Maira. Ella convirtió su restaurante en un puesto de verduras.

Mario Rodríguez es un viajero de origen uruguayo que se quedó varado en Arequipa tras la declaratoria de emergencia. Se ganaba la vida haciendo malabares en los semáforos, sin carros tuvo que buscarse una carretilla y convertirse en estibador.

Otro caso es el de Alexander, venezolano que antes de la emergencia trabajaba pintando casas. Se transformó en estibador.

Avelino Cáceres tiene 52 mercadillos que conforman la plataforma comercial. Según un comerciante, no cambiaron las cosas. La concentración de público se asemeja a un jueves normal.

La única diferencia, la falta de vehículos dentro de la plataforma. Las fuerzas del orden cercaron un perímetro para evitar los carros. El mismo panorama se nota en la plataforma comercial de Río Seco. Miles de ciudadanos llegan allí todos los días para hacer su mercado. Aunque al igual que en el Avelino Cáceres, no se permite el ingreso de muchos vehículos. Las combis pasan por la avenida Aviación, pero siguen siendo insuficientes. Acá los pasajeros viajan aglomerados.

Algunos comerciantes tienen recipientes con agua y jabón para que sus clientes se laven las manos. Es lo que hizo Alejandrina, quien los obliga a sumergir las manos cuando entran y salen de su puesto de abarrotes.

De igual manera están los malls, aunque allí sí se evita la aglomeración de personas. Estas deben hacer cola con distancia de un metro con la persona de adelante y esperar unos 30 minutos en promedio para ingresar.

Contradicciones de la emergencia

Volvemos al centro. Las avenidas Goyeneche, Independencia, Progreso, La Marina y Ejército, otrora atestadas de carros, ahora lucen desiertas. Tampoco funcionan restaurantes y pollerías cuyas chimeneas contaminaban. Según Zacarías Madariaga, jefe de la Dirección Regional de Salud Ambiental (Diresa), la cantidad de material particulado en el aire ha disminuido, en dos semanas de emergencia, en un 60%. El aire es más limpio. El asfalto está descongestionado pero eso sí, poblado de huecos como consecuencia de las lluvias. No hay avenida que no esté malograda. Por ejemplo, la avenida Ejército parece haber sido bombardeada.

Pero las calles vacías no son el único cambio. El índice de robos también se ha reducido en un 80%. Así lo indicó el jefe de la IX Región Policial, Víctor Zanabria. Este también resaltó que se ha eliminado virtualmente la prostitución y los centros nocturnos.

Por ejemplo, en la calle Alto de la Luna, conocida por ser el centro de la prostitución, ya no se ve jovencitas ejerciendo este oficio. De igual forma, los conocidos centros de la avenida Jesús ya no abren sus puertas. La policía recorre la ciudad para hacer cumplir también el toque de queda, que es a partir de las 8 de la noche hasta las 5 de la mañana.

Tal vez esta última medida es la única que sí se acata al 100% en la ciudad. La única cura contra el coronavirus es el aislamiento social. No salir de casa, pero todo indica que no queremos cumplir.

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