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Sociedad

Ciudades pensadas con y para las mujeres

Garantizar la participación política de las mujeres es garantizar su derecho a la ciudad

Ciudades pensadas con y para las mujeres
Ciudades pensadas con y para las mujeres

Por: Maria del Carmen Sacasa

Cuando hablamos de ciudades, hablamos de oportunidades. Sin embargo, las estadísticas nos dicen que las ciudades todavía no son espacios seguros para las mujeres. Según el observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos, el 54 % de nosotras nos sentimos inseguras en esta ciudad. En efecto, las mujeres vivimos y habitamos las ciudades de manera distinta, una experiencia muchas veces restringida por la violencia machista, el acoso callejero y los estereotipos. Ante ese panorama urge que repensemos las ciudades para y con nosotras, una transformación que pasa por acelerar, ante todo, nuestra participación plena y efectiva en la política y en la toma de decisiones.

A pesar de que las ciudades siempre están cambiando, hasta ahora han sido diseñadas obviando en gran parte la perspectiva de género. En todo el mundo, las mujeres enfrentan acoso sexual y violencia en los espacios públicos. Estos se producen en numerosos escenarios que van desde buses y taxis, calles, parques hasta mercados. Según el estudio anterior, una de cada cuatro mujeres en Lima manifiesta haber sufrido acoso callejero y un 28 % ha sido acosada cuando estaba en un medio de transporte público. Precisamente, la movilidad es uno de los indicadores de las diferencias entre hombres y mujeres al vivir las ciudades.

Como resultado, las ciudades aún configuran lugares de desigualdades. Para garantizar nuestro derecho a vivir las ciudades, es necesario que más mujeres —al ser más del 50% de la población de Perú— accedan al liderazgo en los espacios políticos en que se toman decisiones tan cruciales para sí mismas. En efecto, en las elecciones regionales y municipales de 2018, solo el 25,96 % de las autoridades electas fueron mujeres. Así, en la actualidad ningún gobierno regional en el país está liderado por una mujer, de los 1677 alcaldes o alcaldesas a nivel distrital solo 84 son mujeres y en Lima Metropolitana, de 43 distritos, tan solo hay una alcaldesa mujer. Otro ejemplo de esa baja representatividad está en el Congreso de la República.

Desde que se reconoció su derecho al sufragio—apenas hace seis décadas—un total de 266 mujeres peruanas han ocupado cargos legislativos, frente a 2165 hombres que han conseguido curules en el mismo lapso de tiempo. En las elecciones legislativas de enero pasado, solo 33 mujeres fueron electas de un total de 130 congresistas, es decir, menos que en los comicios de 2016 donde hubo 36 mujeres. De hecho, 36 es el número máximo de mujeres electas en toda la cronología del Legislativo peruano.

Es oportuno recordar que el año pasado se aprobó la Ley 30996 que modifica la Ley Orgánica de Elecciones e incorpora la alternancia y paridad en el sistema electoral nacional, aumentando de 30 % a 40 % la cuota mínima de mujeres o de hombres en las listas de candidtas y candidatos al Congreso, e introduciendo además la alternancia para las ubicaciones en las mismas. No obstante, esta cuota de género recién será aplicada en las próximas elecciones generales en 2021, aumentando a 45 % en las elecciones generales del 2026 y a 50 % en las del 2031. Hay que considerar que algunas de las nuevas congresistas electas buscarán impulsarán que la paridad no sea aplicada progresivamente sino en su totalidad en las próximas elecciones.

Las condiciones están dadas a nivel normativo para la paridad y alternancia, y las experiencias en países vecinos como Bolivia y Costa Rica —donde las cuotas han sido de 30% y 40% respectivamente— demuestran que se pueden alcanzar altos niveles de participación femenina, llegando incluso a casi un 50% de escaños en sus poderes legislativos. Estas medidas buscan que las mujeres tengan una voz en las decisiones, que sus necesidades sean escuchadas y representadas a la hora de formular políticas públicas que impactan, por ejemplo, en las ciudades. En definitiva, su participación es una oportunidad de replantear estos espacios fomentando la igualdad de género, reconociendo que mujeres y hombres los experimentan de formas distintas.

Las ciudades son lugares de oportunidades para la igualdad de género. Garantizar la participación política de las mujeres, en igualdad de condiciones, es garantizar su ejercicio al derecho a la ciudad. Así, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo reafirmamos nuestro compromiso en acompañar al país en estas transformaciones, porque solo a través de la plena realización de ese derecho construiremos ciudades verdaderamente sostenibles, donde todas y todos las podamos habitar y disfrutar con libertad y autonomía.

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