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Sociedad

“Adiós mariquita linda”

“Gio también nos enseñó la importancia de combatir el discurso de odio que se convirtió en ley durante los noventa”.

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Conocí del activismo de Giovanny Infante en las calles. Lo conocí como persona en nuestras innumerables asambleas, reuniones, salidas. Éramos un grupo de jóvenes intentando cambiar el país, todos conscientes de las distintas realidades de las que veníamos.

Estaba claro que Gio había enfrentado muchas más batallas que el resto. Su lucha –personal y política– por construir un Perú sin violencia, que respete el amor en toda su diversidad, era algo que le daba una voz de liderazgo propia, con o sin un cargo. Era una muestra de valentía única en un país en donde el conservadurismo más recalcitrante persiste, más triste aún, cuando lo vemos presente en los movimientos abanderados de un progresismo mediocre. Todavía recuerdo un episodio en el que juntos escuchábamos con incontenible impotencia a un conductor radial, cómodamente sentado detrás del micrófono, llamando a patear a los homosexuales.

Así fue como Gio nos enseñó el significado de valentía cuando todo era adversidad y cuando prácticamente nadie se atrevía a hablar de gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, mucho menos dentro de los grandes círculos de poder. Las pocas iniciativas de políticos –como Javier Diez Canseco– que se fajaron porque los derechos sean de todos, eran una y otra vez archivadas. Si eso está ahora en un proceso de cambio, es gracias a luchas como la suya.

Gio también nos enseñó la importancia de combatir el discurso de odio que se convirtió en ley durante los noventa. Un discurso en donde la educación sexual se transformó en una actividad criminal a través de las esterilizaciones forzadas, en donde el régimen anulaba a sus adversarios “acusándolos” de homosexuales. Gracias a esas batallas discursivas es que hoy en día la palabra IGUALDAD cobra más sentido. Porque el flagelo de la homofobia y la violencia de género son problemas públicos y tienen que atacarse desde todos los flancos.

Se acaba de cumplir un mes de su partida y heme aquí, escribiendo mi columna con el libro “Adiós mariquita linda” de Pedro Lemebel que Gio tanto me había recomendado. Quizá el texto que más me hace acordar a él y a su humor negro, sus comentarios felices, otros hirientes, todos siempre honestos. Así era él. Así lo recordaremos siempre. Termino esta columna con un “gracias” y muchos abrazos hasta el cielo.

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