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Sociedad

Y más mujeres en altos cargos, ¿para cuándo?

“Hay que dejar de normalizar que las mujeres, pese a nuestras aptitudes, seamos percibidas como menos capaces frente a los hombres”.

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En el nuevo Congreso, 33 mujeres consiguen un escaño. Menos que las 36 en el Parlamento 2016-2019, más que las 28 del periodo 2011-2016, pero sin llegar a las 35 mujeres del Parlamento electo en 2006 (29% en un Legislativo de 120).

En el Poder Ejecutivo hay 9 Ministras mujeres, que, junto a sus 9 pares hombres, forman el gabinete paritario.

Esta presencia es importante, pero insuficiente. ¿Qué queda por hacer? Primero, cambiar las reglas. El Congreso pasado, pese a algunas resistencias avanzó. Se aprobó paridad y alternancia: mujeres y hombres intercalados en listas de candidatos. El objetivo: evitar que las mujeres sean ubicadas en últimas posiciones, con menos posibilidades de ser electas. El nuevo Congreso podría garantizar listas paritarias y alternadas desde 2021. Hoy solo se garantiza una división igual en las listas para 2031 (40% para 2021, 45% para 2026). Forma parte del debate sobre reforma política, con mejora de los mecanismos de representación de todas y todos, reforzar democracia interna o transparentar el manejo de fondos. Y no solo para elecciones nacionales, sino regionales y municipales (tarea también para el Congreso electo en 2021).

Sin embargo, la presencia de mujeres en puestos de poder no implica solo cambios normativos. Es, sobre todo, un cambio de mentalidad. No únicamente, a largo plazo, por la educación. Es una tarea que mujeres en diferentes cargos, públicos y privados, debemos asumir, voluntaria o involuntariamente, cada día. Que se considere adecuado referirse permanentemente al género y edad de una ministra dice mucho de quienes emplean los términos, pero también de nuestras preconcepciones como sociedad. Hay que dejar de normalizar que las mujeres, pese a nuestras aptitudes, seamos percibidas como menos capaces frente a hombres con la misma edad, vistos como “grandes promesas”. Probar la capacidad cada día (casi pese a ser mujer y peor si se es joven) es algo con lo que muchas de nosotras tenemos que lidiar y contra lo que vale la pena enfrentarse decidida y frontalmente. Confiemos en que, en un futuro, ser mujer y joven no sean preconcebidos como deméritos, sino como potenciales fortalezas, para una visión más enriquecida del mundo. Ojalá no sea en un futuro tan lejano.

*Profesora de la Universidad del Pacífico.