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Sociedad

Violadores y cochinos

“Y si en economía somos recurseros, lástima, en política terminamos de pordioseros. Pero tengo esperanza”.

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Sofocleto decía que existía la cojudemia. Ese síndrome que atacaba a un grueso de peruanos cuando deseaban o actuaban. Filosofaban y abstraían, también, digo yo. La ministra de la Mujer se reafirma en su tesis: “El Perú es un país de violadores”. ¿Qué, no éramos el país de los emprendedores?

Está comunicación caótica parte de la escasez de cavilación y juicio. Cuando la historiadora Carmen Mc Evoy –en entrevista en este diario– decía que aceptaba la frase como generadora de conciencia y atención ante la frustración que sienten las mujeres ante el feminicidio, la entiendo. Pero ella está reflexionando no derramando gasolina.

Eso. Qué falta nos hace Pablo Macera –antes de su suicidio político– para el latigazo conceptual o Julio Cotler para la puntualidad del fogonazo ilustrado. Pero ya no están y ahora cohabitamos con Rosa Bartra y compañía repartiendo tornillos y jabones. Y en sus madrigueras de corrupción y racismo, su higiene electoral es sinónimo del detritus mental.

La cojudemia así ataca de nuevo a los actores de una sociedad machista, atorada de conservadurismo ramplón e ignorante –Mc Evoy, dixit– que apela a la demagogia y las mentiras. Y si en economía somos recurseros, lástima, en política terminamos de pordioseros. Pero tengo esperanzas. Los sueños habitan mi corazón.

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