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Sociedad

No hay Navidad sin Jesús

“Celebrar la Navidad, donde Jesús es el personaje central, es caminar abriendo surcos que hagan posible la realización de la justicia, que hará brotar una paz que glorifique realmente al dios en el que creemos”.

No hay Navidad sin Jesús
No hay Navidad sin Jesús

Por: Ricardo Verástegui - Conep

La mayor parte de la cristiandad se apresta a conmemorar y celebrar, por una tradición eclesiástica, este 25 de diciembre el nacimiento de un dios hecho hombre al que llamaron Jesús y que nació en un miserable establo en Belén de Judea.

Las múltiples luces de colores diversos, los fuegos artificiales, el estruendoso ruido de los cohetes y las imágenes difundidas hasta el hartazgo por los medios de comunicación masivos de un viejo gordo llamado Noel, cargado de regalos, nos han hecho olvidar que la Natividad de Jesús no es una historia que se reduce a un pequeño infante rodeado de pastores, de una vaca y un burro y de ángeles que cantaban bellas melodías en el cielo, glorificando a Dios y deseando la paz a los hombres en abstracto.

El nacimiento de Jesús es la proclamación de que, para que Dios realmente sea glorificado y los hombres gocemos de una verdadera paz, tenemos que anunciar y encarnar en nuestra vida cotidiana la voluntad de aquel que nos creó a su imagen y semejanza.

¿Cuál es esta voluntad?

Jesús la puso de manifiesto un sábado que entró en la sinagoga y leyó el libro del profeta Isaías donde está escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha enviado para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar la libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor" (Lucas 4:18-19)

Cuando terminó de leer el libro, Jesús dijo a los que estaban en la sinagoga que esta escritura se había cumplido “hoy”. Al oírle, los presentes lo echaron del templo y quisieron matarlo, pero él pasó por en medio de ellos y se fue (Lucas 4:28-30).

Sin duda temían que este mensaje incomodara a las clases dominantes judías y al imperio romano que tenía en calidad de vasallo a Israel, por lo que implicaba políticamente ponerlo en práctica.

Esta exigencia del evangelio proclamado por Jesús define a los que son sus verdaderos seguidores de los que no lo son. A los que practican la justicia que hará posible una auténtica paz en la humanidad, de aquellos que no lo hacen.

En el texto de Mateo, que habla del juicio de las naciones, leemos que cuando Cristo venga nuevamente a la tierra llamará a disfrutar del Reino de Dios a los justos porque dieron de comer al hambriento, de beber al sediento, hospedaron al forastero sin recursos, de vestir al desnudo, de cuidar al enfermo y al encarcelado.

En tanto, condenará a los que no lo hicieron, aquellos que fueron incapaces de solidarizarse con su prójimo a través del cual Jesús se muestra (Mateo 25:31-46).

Celebrar la Navidad, donde Jesús es el personaje central, es caminar abriendo surcos que hagan posible la realización de la justicia, que hará brotar una paz que glorifique realmente al dios en el que creemos.

¿Estamos dispuestos a hacer este camino o seguiremos celebrando una Navidad de oropel que es aquella donde Jesús está ausente?

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