Precio del dólar hoy, 23 de abril
Sociedad

Un gran lugar para trabajar

“El sistema de consumo está adecuado para que una hamburguesa llegue más rápido que una ambulancia”.

CANO
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En 2015 se dispuso en EEUU que las compañías que cotizan en bolsa dieran a conocer los ratios de diferencia entre lo que gana la cabeza de la organización y sus empleados promedio. En McDonald’s ese valor era de 644 a 1, siendo el más alto de ese país. El sueldo de su CEO era de casi 7.3 millones de dólares al año y el salario promedio de sus empleados no llegaba a los 12 mil. Este valor no tomaba en cuenta los sueldos en el exterior, donde son mucho más bajos, como los de Alexandra y Gabriel, que murieron producto de estándares laborales precarios en la franquicia peruana de esta compañía. Ellos ganaban poco más de 3 mil dólares por año (menos de 280 dólares al mes). Por cierto, este año McDonald’s fue elegida como una de las mejores empresas para trabajar en Latinoamérica.

Un estudio de Harvard señala que las compañías caen en distorsiones para justificar esta situación, como decir que pagan “de acuerdo al mercado”, cuando la comparación se hace con los sueldos más bajos. Tienen un nulo contacto con la realidad, no tienen idea de lo que el modelo laboral cuesta para un trabajador de primera línea. Piensan que promover campañas internas y entregar merchandising les dará de comer a fin de mes. Hay compañías certificadas en el GPTW que tienen una rotación de más del 60%, mayoritariamente por bajos salarios, horarios inestables y malas condiciones laborales.

El sistema de consumo está adecuado para que una hamburguesa llegue más rápido que una ambulancia. Prioriza el rol productivo de una persona que puede superar las 16 horas al día, quedando inhabilitado para cualquier otra actividad de vida “que no sea productiva”. Mantiene la estructura de un modelo capitalista anacrónico, que no produce ciudadanos sino PEA, la nueva esclavitud moderna.

Lo que deben saber los CEO es que muchos de estos trabajadores deben hacer dos jornadas para llegar a fin de mes, que pueden perder hasta 40 días al año en el transporte público, viajando en las peores condiciones y que aún con miles de dificultades más, tienen el firme sueño de progresar a través de estudios superiores, donde, por cierto, también están expuestos a ser estafados. Por todo ello, las muertes de Alexandra y Gabriel no sólo deben poner el tema en agenda, sino convertirse en una cruzada que cambie el status quo y mejore la vida de la gente. Ahí hay una pelea obligatoria para nuestros nuevos congresistas.

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