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Sociedad

Empatía LGTB o “De Igual a igual”

“La empatía es horizontal y la compasión es vertical. Gran diferencia”.

GASTELUMENDI
GASTELUMENDI

Muchas veces me preguntan por qué defiendo tanto la causa de la comunidad LGTB, que si acaso soy gay, que por qué tanto interés. Hay temas más importantes, me dicen algunos políticos a los que entrevisto, y esa respuesta duele. Duele porque, a mi manera, yo he estado del lado de los marginales. ¿Saben por qué? Porque yo soy hijo de padres divorciados en la década del 70, cuando todavía un divorcio era bastante más incomprendido y condenable que hoy. Solo por ser hijo de padres divorciados, solo por eso, sentí la discriminación sutil de mis mayores, respecto a los hijos de los matrimonios −aparentemente− bien constituidos.

Sentí la mirada de duda, de desconcierto, respecto a mis posibilidades de futuro. Sentí la mirada clasificadora de aquellos que creen que por provenir de una familia “funcional” −en el papel− son los mejores, los más aptos para “triunfar” en esta vida y este mundo. Como si un matrimonio, pese a ser tremendamente infeliz, fuese una base más segura que la mácula social de una separación.

No resiento, pero tampoco olvido, la sensación de ser percibido como un prospecto de “oveja negra”, un desprotegido, un “pobrecito” cuyos papás no viven juntos. Por supuesto que no eran malas intenciones lo que había detrás de esas miradas de compasión y no empatía, que es distinto. La empatía es horizontal y la compasión es vertical. Gran diferencia. Si solo por esa circunstancia sentí una pizca de aquello que sienten los y las homosexuales, incluso dentro de sus propias familias, los acompañaré en su lucha por siempre. De igual a igual.

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