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“Me hubiera gustado saber qué fue de tantas haciendas expropiadas, considerando las enormes diferencias que existían entre las haciendas de Costa y Sierra”.

Roberto Ochoa
Roberto Ochoa

Debo reconocer que La Revolución y la Tierra me desilusionó.

Si me cansaron sus casi dos horas de duración fue por la caótica edición que recurre a una innecesaria repetición de imágenes y al uso excesivo de archivos cinematográficos. Pero mi desilusión radica en que esperaba información reveladora sobre TODO el proceso de la Reforma Agraria (RAg) pero me encontré con una sobredosis de apología al velasquismo.

Creo, por ejemplo, que desperdiciaron el interesante documental de la Hacienda Huando. Lo cierto es que quedó en ruinas tras la RAg pero hoy en día es una próspera empresa agroindustrial propiedad de los Romero, un grupo económico piurano empoderado durante la revolución de su paisano Velasco.

Me hubiera gustado saber qué fue de tantas haciendas expropiadas, considerando las enormes diferencias que existían entre las haciendas de costa y sierra.

Me desilusionó que sólo le dedicaran un par de minutos al caso de las SAIS (Sociedad Agraria de Interés Social) y que las den por extintas, cuando aún sobrevive la SAIS Túpac Amaru que sigue funcionando en las instalaciones heredadas del exitoso proyecto agropecuario implementado por la Cerro de Pasco Mining Corporation. Medio siglo después de la RAg, esta SAIS goza de buena salud económica pese a que sus instalaciones en Pachacayo fueron arrasadas por Sendero Luminoso.

Me queda corta esta columna pero, en todo caso, sí recomiendo este documental para tener una idea de la RAg y su merecido sitial en la historia del Perú republicano. Quizá aliente la producción de otros documentales.

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