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Sociedad

El dolor de unos padres que no saben quién desapareció a sus hijas

Rosario, Carlos y Patricia. Solsiret Rodríguez desapareció en 2016. Su expareja dice que viajó y dejó a sus hijos, pero la Policía descubrió que su celular fue usado por última vez en la casa de este. Estefany Díaz salió a una matiné con sus hijas y no volvió.

Por: Nicol León

Pese a que su voz se va apagando, Rosario Aybar endereza la espalda y aclara la garganta para asegurar que lo único que la motiva a continuar es la esperanza de encontrar con vida a su hija Solsiret Rodríguez, quien cumplió tres años de desaparecida el pasado viernes 23 de agosto.

“Mientras esté acá, tengo que pensar que Sol sigue viva. Si no, yo no tengo vida. Cuando tenga que asumir lo que corresponda, lo haré, pero para poder estar parada yo debo tener eso en mi corazón”.

Para la psicóloga Sabina Deza, del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, ningún dolor se asemeja al que se siente cuando una persona desaparece. “Cuando se trata de una pérdida existe la posibilidad de curar. En cambio, en estos casos, es un duelo suspendido. Son personas que viven con un vacío permanente. Cuando piensan en dejar de buscar, aparece un 1% de esperanza que los impulsa a seguir”, explica.

Lo último que Rosario supo de su hija fue lo que declaró Andrea Aguirre a la Policía. Ella vivía con Solsiret en un departamento del complejo Alameda Colonial, donde también vive Brian Villanueva, padre de los dos hijos de la estudiante de Sociología.

Andrea contó que Solsiret desapareció el mediodía del 23 de agosto de 2016. Dijo que se percató de ello cuando escuchó el llanto de sus hijos, Ivo (7 años) y Sofía (5 años), a quienes encontró solos en la sala.

Cerca de las 9 de la noche de ese día, Brian llamó a los padres de Solsiret para decirles que ella había abandonando a sus hijos. En su declaración a las autoridades, aseguró que un día después ella le envió mensajes de texto pidiéndole que vaya al terminal terrestre de Plaza Norte, pues planeaba irse de viaje.

Las sospechas

Cinco meses después, en enero de 2017, los resultados de la geolocalización de las llamadas emitidos por la Dirincri revelarían que lo dicho por Brian Villanueva era falso, pues el celular con el que Solsiret habría enviado los mensajes de texto desde el centro comercial, en realidad se encontraba en la Av. Colonial N° 5091, lugar donde vivían.

“Siete meses después de que denunciamos la desaparición, la asistente de la fiscal María Quicaño se acerca al departamento de Colonial para hacer la prueba de luminol. El resultado fue que no se pudo realizar porque los pisos y las paredes de la casa fueron cambiados. ¿Por qué la Fiscalía no actuó?, ¿por qué lo cambiaron?”, se preguntan los padres de Solsiret.

La historia de Estefany

Estefany Díaz desapareció el 24 de abril de 2016 cuando tenía 22 años. Junto con ella desaparecieron sus hijas Yamile (8 meses) y Tatiana (5 años). Desde ese día, la rutina de su madre, Patricia Acosta, no es la misma.

Todos los días, cuando culmina su jornada laboral en San Juan de Lurigancho, Patricia va a la Dirección de Investigación Criminal del Callao para preguntar cómo va el caso. Los cumpleaños, navidades y otras celebraciones le recuerdan que no están Estefany ni sus nietas.

“De repente ha perdido el conocimiento y está en algún albergue y le quitaron a las bebes. Tengo la esperanza de encontrarla”.

Estefany desapareció con sus dos pequeñas después de asistir con su prima Jacqueline y el esposo de esta a una fiesta infantil en Mi Perú, Ventanilla.

“Desde esa fecha no sabemos nada. Mi hija le llamó a su papá para avisarle que no iba a regresar esa noche. Le dijo que iba a ir al día siguiente temprano para llevar a su hija al jardín, pero nunca llegaron", narra.

Un día después, Alcides Díaz Cáceda, padre de Estefany, no pudo abrir la puerta de su cochera porque tenía seguro, lo cual le hizo pensar que ella ya había llegado a casa.

“Se dirige a la puerta pequeña y esta se abre con facilidad. Ingresa y al costado ve a Jacqueline y su esposo Jimmy. Ellos no vivían con nosotros. No sabíamos cómo habían entrado. Pensamos que fue con la llave de Estefany”, explica Patricia.

Alejandro Pajuelo Quispe, padre de la hija menor de Estefany, dejó de buscar a la joven y a su pequeña un año después. Formó una familia con otra persona e incluso borró las grabaciones de la matiné.

A fines de 2018, el sobrino de Patricia recibió una solicitud de amistad de Estefany en Facebook, noticia que devolvió la ilusión a la familia.

“Personas que leen las cartas me dijeron que la vieron en Ica y Pisco. Fui a los barrios más alejados. Alquilé un taxi y todo el día estuve pegando afiches. También visité Áncash, pero no la encontré”, relata Patricia.

Similar situación vive Rosario Aybar. Baja la mirada y recuerda los días en que permanecía atenta a las noticias sobre hallazgos de cadáveres.

“Fui al Pasamayo cuando encontraron una maleta con restos de una mujer. También visité las morgues. Le enseñé a las autoridades fotos de mi hija, y nada".

Una herida que solo sanará cuando se sepa la verdad

- El sufrimiento que viven las familias de las mujeres y niñas desaparecidas solo cesa cuando obtienen una respuesta, aunque esta revele una tragedia, señala la psicóloga Sabina Deza.

- “Cuando se encuentra un cuerpo, cuando se sabe quiénes fueron los responsables, recién inicia el proceso de cicatrización. Recién podrán llorar la pérdida del ser querido. Mientras esté ausente, el dolor será intenso”.

- Yudexi Machado y Hever Flores viven un drama similar. Dicen que no podrán tener paz hasta saber quién asesinó a su hija Michelle Flores, en junio pasado, en Villa El Salvador. Ellos partieron a su país con ese dolor en el corazón.

- Hasta agosto último, la División de Investigación y Búsqueda de Personas recibió 340 denuncias por desaparición de mujeres, de las cuales 21 casos aún no son resueltos.

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