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Sociedad

No es No

“La carga de la prueba suele ser nuestro dolor, el daño sufrido, y porque el sistema de justicia da más garantía al victimario antes que a la víctima”.

Claudia Cisneros
Claudia Cisneros

Si te digo que no quiero, detente. Si primero quiero y después ya no, detente. Si primero quiero, después ya no, luego sí y al final ya no, detente. Sea antes o incluso durante el acto sexual, si te digo no y en cuanto te digo no, es no. Si recién te conozco, si te conocí ayer en la iglesia o en un bar, si te conozco de toda la vida, si somos amigos con beneficios o inclusive pareja o esposos: cuando te digo no y en cuanto te digo no, es no. Y tú, amigo, pareja, enamorado, semi extraño o esposo, tienes la obligación de detenerte. Si me invitaste o te invité yo a salir, a cenar, pagaste el hotel o lo pagué yo: si yo en cualquier instante digo ya no, o mejor no, es no. Grábatelo en la mente, grábatelo en la frente, grábatelo en la punta del pene: No es No. Si en medio del acto ya no estoy cómoda o ya no me da la gana, no es fucking no! Y ni tú, ni tu pene, ni tu arrechura, ni tu fragilidad de macho penetrador tienen derecho a transgredir mi cuerpo, mi vagina, que no es solo cuerpo y vagina -que es lo que no terminas de entender- es transgredir mis fueros, mi entraña, mi integridad, mi decisión sobre mis partes y el todo, mi voluntad, mi agencia, autonomía y libertad. Entiéndelo, macho confundido, no es no en cualquier circunstancia y relación. Tu decadente ejercicio coercitivo de poder y posesión de penetrarme y violentarme, de transgredirme sin mi voluntad o en contra de ella es una violación de mi libertad y un delito sexual que te convierte en criminal. Nada te justifique: ni qué ropa usaba, qué perfume tacos o escote, ni que se fue contigo al hotel, ni que te dio pie, ni si tomó o se emborrachó: no es no, en cualquier momento y en cualquier lugar. Y si no supiste escuchar tendrás que pagar: se acabó el silencio y la impunidad, así demore 3 minutos, 3 horas o meses o 30 años en denunciarte.

Nos quieren hacer creer que lo íntimo debe quedar en intimidad así sea una violación de la libertad sexual. Cuando nombrar la violencia, darle voz social es el primer paso para una real posibilidad de sanación. Mientras el daño siga solo dentro de ti, en tu memoria, confinado a tu espacio mental, el daño te sigue como un espectro inasible y difícil de combatir, para ti y para todas. Por eso la necesidad vital de hacer público lo privado, por ti y por las miles que han callado hasta morir o las que sí siguen callando el daño por temor. Porque la carga de la prueba suele ser nuestro dolor, el daño sufrido, y porque el sistema de justicia da más garantías al victimario antes que a la víctima, es que la justicia social de género es necesaria para proteger a la víctima; en este modelo de acción afirmativa social el denunciado es culpable mientras no demuestre lo contrario.

Nuestro mandato social y moral es creerle a ella primero y ante todo. Esa es, por ahora, y hasta que la justicia y todos los aparatos de poder colonizados por lo patriarcal se descolonicen, nuestra única y mejor arma para curarnos y cuidarnos. Ellos no van a cambiar sino hasta que la correlación de fuerzas cambie y sientan que sus actos de transgresión y violencia sexual ya no están a salvo en el silencio del miedo, el desaliento o la estigmatización. No es no. Tatúatelo en el puto pene. Ni yo ni mi vagina es tuya, nunca lo es, nunca lo fue y por eso, a ti también, Luis Enrique Mendoza, como a los Adriano Pozos, los Juanes Mendozas o Carlos Hualpas del Perú, y todos los hombres víctimas y victimarios del patriarcado, les tocará pagar. Por cada una y por todas las que han callado hasta morir o las que no quieren callar más: No es No, Se acabó el silencio, Yo te creo hermana, Ni una menos somos todas y salimos a las calles este 17 de agosto.

Claudia Cisneros. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.