Desde el ojo morado

El ‘pico y placa’ resultó un caos. El primer día. Hay que mejorarlo. Pero ya están encima los Panamericanos, los circos, los desfiles, al final, la feria de los libros y Vargas Llosa. Nuestra ciudad es una mezcla de urbe tradicional y bien vieja. Vivo en Santa Beatriz. Junto a la casa de Blanca Varela. Todo está cerca. Todo está lejos. Por el tráfico.

Me invitan a presentar libros. Los amigos son así. Y qué gusto. Viene Historia de un puñete, de Carlos Freyre, Yaguas y Urtecho. El comic de un combo. Vargas Llosa le pegó un trompón al Gabo, por celoso. Es el ojo morado más amoroso de la historia. Y antes estuve con el “Oso Miranda” y sus crónicas y con Gastón y sus recetas.

Y el viernes con la poeta Leydy Loayza y su novela negra Cuerpo de agua. Magnífica. Una mujer escribiendo de policiales y en Huancavelica y La Habana. Y luego presento El chongo peruano. Antropología del humor popular, de Alex Huerta Mercado. Un texto de primera por ser el primero. De aquel zangolotear productivo en significaciones de la ironía del alma nacional. Para entendernos como sociedad desde la antropología y así, observando qué nos produce risa, podemos deducir qué nos da miedo, rabia o qué reprimidos somos y así vivir y liberamos con el humor.

Se escribe para ser feliz. Para querernos. No como la Vilcatoma, ni la rabia que genera esta Lima de hoy. Leer es salir del caos. De la Javier Prado, de los amores prohibidos. En el Metropolitano veo gente leyendo. Ese trozo de placidez en medio de una ciudad que nos agrede. Las letras sirven para ser felices.