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Sociedad

Machupicchu, la joya que todos quieren conocer

Desafíos. Carta de presentación del turismo peruano. En las últimas décadas, fue notable el incremento de turistas, lo que amenaza la conservación de la ciudadela de factura inca.

Machupicchu, la ciudadela inca que todos quieren conocer
Machupicchu, la ciudadela inca que todos quieren conocer

Luis Álvarez

Desde Machu Picchu

Mario Uscamayta Huamán está sentado en una de las bancas de la Plaza Manco Ccapac, en el distrito de Machupicchu Pueblo. Hace dos décadas, su amado pueblo, rodeado entre montañas y escoltado por las aguas furiosas del río Urubamba, no era así. Hace veinte años, en Aguas Calientes -así también lo llaman a este pueblo- existía un solo restaurante. Se llamaba Pisco Vargas. El primer hotel, ‘La Casa de Mawuchi”, y el único hospedaje, “Los Caminantes’. Ahora son 86 entre hoteles y hospedajes.

De niño Mario era vendedor. Tenía que caminar hasta el Puente Ruinas para vender sus productos a los visitantes.

Con los años, las cosas cambiaron. A fines de la década del noventa, el número de visitantes no superaba ni los 382 191 turistas. En cambio, ahora esa cantidad asciende a 1 411 279. Hubo un punto de quiebre, el 07 de julio de 2007. Esa fecha, en la ciudad de Lisboa (Portugal), tras una elección virtual, la ciudadela inca fue elegida como una de la Siete Maravillas del Mundo Moderno. Desde entonces, el mundo entero se interesó en visitar el complejo arqueológico del pueblo, localizado a una hora de viaje en bus por una serpenteante trocha. Al año, el número de turistas crece en 8% a 10%. "Tenemos que buscar nuevas alternativas y rutas para el acceso de visitantes, contempladas en el Plan Maestro”, refiere el alcalde del distrito de Machupicchu Pueblo, Darwin Baca León.

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Los caminos a la maravilla

Todos los caminos conducen a Machupicchu, joya arquitectónica y natural enclavada en el Valle Sagrado de los Incas, provincia cusqueña de Urubamba. El viaje desde Cusco dura cuatro horas. Primero se aborda un vehículo rumbo a Ollantaytambo. En esa localidad se espera el tren que parte al santuario histórico de los incas en varios turnos. Los vagones viajan repletos. Hay pasajeros parados y sentados.

De Aguas Calientes, el viajero aborda los buses de Consettur, una empresa que tiene el control monopólico del servicio de transporte. Por la ruta llamada Hiram Bingham -en homenaje al “gringo” que hizo conocer al mundo la ciudadela en 1911- se movilizan dos mil 500 turistas en promedio.

El arribo en tren no es el único acceso. Algunos eligen la aventura por el Camino Inca. Son los mochileros, que parten de la comunidad campesina de Piscacucho en el distrito de Ollantaytambo, en Urubamba. A diario, este camino de herradura lo recorren 500 visitantes.

También está la ruta amazónica en bus. Desde Santa Teresa en La Convención hasta la Hidroeléctrica de Machupicchu. Los mil 500 turistas que usan esta ruta diariamente completan su aventura a pie hasta Machupicchu pueblo. Demoran una hora y 45 minutos.

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En peligro

Sin embargo, ese vertiginoso aumento de turistas pone en peligro a la ciudadela inca. El secretario técnico de la Unidad de Gestión de Machupicchu (UGM), Freddy Deza, reconoce que en la conservación de la ciudadela hay acciones con la dirección de Cultura, SERNANP y la Municipalidad de Machupicchu. No obstante, admitió, carecen de un estudio técnico que determine la capacidad de carga. Solo se calcula que la Llaqta puede soportar hasta 5 600 visitas diarias. Actualmente ingresan 4 500. Es decir, se está a punto de rebasar ese tope.

Deza también refirió que no se esperaban el crecimiento del flujo de visitantes. La Dirección Regional de Cultura de Cusco implementó restricciones en puntos vulnerables de Machupicchu. El visitante, en la Pirámide del Intihuatana, los Templos del Sol y Cóndor, solo puede permanecer tres horas. Antes era libre.

Otra de las medidas fue fijar horarios de ingreso y delimitar el tiempo de permanencia del turista. No puede exceder más allá de las cuatro horas.

Son seis horarios de ingreso, desde las seis de la mañana hasta las dos de la tarde. El turista que adquiere un ticket tiene fijado un horario de ingreso. Eso eliminó las colas. Asiste cuando le toca su turno. “Este fue un acierto”, manifestó Carlos Milla, presidente de la Cámara Peruana de Turismo.

Con el aumento de visitantes, también aumentaron los residuos sólidos. Se recolectan 14 toneladas. La municipalidad optó por abrir una planta de tratamiento de residuos orgánicos que transforma la basura en abono; en la actualidad, funciona al 10% de su capacidad. Además, una ordenanza prohíbe el uso de plásticos en tiendas y comercios.

El reto es implementar nuevas medidas para proteger esta joya del Perú antiguo y no alentar su depredación por un interés económico.

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