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Tengo un sueño

“El caso de Ray Jenkins prueba que los grandes periodistas influyen sobre los grandes líderes”.

Páez
Páez

Ray Jenkins era reportero del periódico The Alabama Journal en un momento en que el Estado del mismo nombre era uno de los centros neurálgicos de la lucha de los afroamericanos por sus derechos civiles. Jenkins era descendiente de hacendados esclavistas de Georgia, por lo que había crecido en un ambiente en el que era normal que la gente de piel oscura fuera víctima de discriminación racial. Pero trabajar como reportero cambió radicalmente la manera de ver e informar sobre el conflicto. Ofreció espacio al punto de vista de los descendientes de los esclavos que exigían los mismos derechos que los blancos.

Precisamente por el tipo de cobertura que lo caracterizaba llamó la atención de los líderes del movimiento por los derechos humanos, sorprendidos, por ejemplo, por las investigaciones de Jenkins para identificar a los supremacistas blancos que asesinaban a los activistas afroamericanos, un trabajo que mantuvo vigente incluso hasta el final de su carrera de 40 años. Esta es una de las razones por las que nada menos que Martin Luther King lo buscaba para intercambiar opiniones. No era poco en una época en que la mayoría de la prensa desaparecía de sus páginas a los descendientes de los esclavos, o cuando los mencionaba, los llamaba despectivamente “negros”.

Debido a su muerte ocurrida el último 24 de octubre, a los 89 años, el diario The New York Times recordó que en una de sus última columnas Ray Jenkins destacó una de las ocasiones en las que en el sótano de una iglesia en Montgomery –la ciudad sureña donde se publicaba el periódico The Alabama Journal–, King le comentó lo que significaba el encuentro de un periodista descendiente de esclavistas y de un hombre que por su cuerpo corría sangre africana, algo inaceptable hasta los años 60 por lo menos. “Ojalá que este episodio algún día le sirva para alguno de sus discursos”, comentó Jenkins a King. Y así fue.

El 28 de agosto de 1963, cuando King ofreció la histórica alocución “Yo tengo un sueño”, en Washington, dijo: “Sueño con que llegue el día en que los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos esclavistas se sienten alrededor de una mesa de la hermandad”. El caso de Ray Jenkins prueba que los grandes periodistas influyen sobre los grandes líderes.

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