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Política

¿Populismo irresponsable o políticas de alivio?, por David Rivera

La inflación ha generado que gobiernos de todo el mundo, de derecha y de izquierda, tomen medidas de alivio social. La discusión no debería ser sobre su necesidad, sino sobre cuáles son las más efectivas y cómo financiarlas.

Foto: Antonio Melgarejo / La República
Foto: Antonio Melgarejo / La República

Va quedando claro que la única solución para la crisis política, social y económica que tenemos enfrente será la salida de Pedro Castillo, de Dina Boluarte y la convocatoria a elecciones generales, aunque ni ellos ni los congresistas así lo quieran. Pero la eventual salida de Castillo y unas nuevas elecciones no acabarán con el malestar ciudadano. Servirán para contener el incendio, pero no para apagarlo, mucho menos para superar las causas que lo han originado.

Al hartazgo con nuestra precaria y corrupta clase política, con la ineficiencia del Estado y la incapacidad de este gobierno, se ha sumado el impacto de la inflación global, principalmente por el aumento de materias primas, combustibles y alimentos, tema -este último- en el que nos enfocaremos en este artículo.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el 22 de marzo el índice global de precios de los alimentos alcanzó su máximo histórico desde 1990. El indicador registró un promedio de 159,3 puntos, 12,6 % más que apenas el mes anterior (feb.-22).

Este último factor ha generado que gobiernos de todo el mundo, de derecha y de izquierda, tomen medidas que en el Perú han sido -o serían- tildadas de populistas e irresponsables, particularmente por la derecha tecnocrática y por la que ve el mundo solo desde su burbuja. Y que otras naciones estén evaluando qué acciones tomarán.

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El mundo frente a la inflación

Algunas de las medidas tomadas en Europa para compensar el incremento de precios, particularmente de la energía y los alimentos, son eliminación o reducción de impuestos o subvenciones para la energía y combustibles (Países Bajos, Francia, Reino Unido, Portugal, Polonia, Italia, Irlanda, Bélgica); bonos sociales o a las pensiones para compensar alza de la energía (España, Países Bajos, Alemania, Francia); reducción y fijación del precio del abono mensual para el transporte público por tres meses (de 60 a 9 euros en Alemania); incremento del ingreso mínimo vital (España) y limitar temporalmente el aumento de los alquileres (España).

En América Latina es posible identificar medidas similares en Colombia, Uruguay, Chile México, Brasil y Argentina. Y lo mismo en otros continentes (ver mapamundi). De 70 países para los que se ha buscado información para este artículo, 34 aprobaron exoneraciones o subsidios parciales de combustibles y/o alimentos; 21 hicieron lo mismo y además entregaron bonos o ayudas sociales; y en otros, como Canadá, el tema está en pleno debate.

¿Se trata de justificar así las acciones del gobierno peruano para contener las protestas sociales? No. Al menos por dos razones. La primera, porque está claro que mientras el MEF (de las gestiones Graham y Francke) está tratando de gestionar técnicamente el problema social generado por la inflación, el resto del gobierno no tiene ni la capacidad ni idea de cómo afrontarlo. La segunda, porque la manera en la que el MTC viene cediendo a las presiones de colectiveros y transportistas informales revela que no hay plan, ninguna visión o estrategia de hacia dónde vamos o para qué se cede en el corto plazo. Es la mera sobrevivencia política, mientras desmantelan el Estado y la poca institucionalidad que se había construido en sectores como el de Transportes.

Pero tampoco se trata de cerrar los ojos. ¿Cómo así naciones con PBI per cápita mucho más altos que el Perú toman ese tipo de medidas mientras que acá cualquier política de alivio es “populista” e “irresponsable”? Esa desconexión de nuestra “élite” con la realidad del país explica también cómo hemos terminado en este túnel sin aparente salida.

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El Perú frente a una estanflación

Los gobiernos de todo el mundo tendrán que lidiar con el malestar y el descontento ciudadano generado por el proceso global inflacionario. Y esta situación puede agudizarse por el posible estancamiento de las economías de Estados Unidos y Europa debido a las medidas que sus bancos centrales tendrán que tomar para contener el aumento de precios.

Serán los países menos desarrollados y con democracias más débiles los que tendrán la mayor dificultad para enfrentar los problemas sociales y políticos derivados de esta coyuntura. Por ello, en el corto plazo (el 2022 por lo menos), ya sea con esta administración o con la que venga, será inevitable que las políticas de alivio cumplan un rol para contener dichos problemas, así como los acumulados por décadas.

Sin embargo, el ministro Graham ha dejado entrever que no hay mucho más espacio presupuestal para ese tipo de políticas, lo cual plantea la pregunta: si estamos y seguiremos recibiendo ingresos públicos no previstos debido al aumento del precio de materias primas que sí producimos (minerales), ¿no deberíamos usar temporalmente esos recursos para compensar socialmente el incremento de aquellos commodities que no producimos (combustibles)? ¿Cuántos son y serán los ingresos adicionales que recibiremos por el aumento de precios de los minerales que exportamos vs los que se estimaron para el presupuesto público 2022?

En esa misma línea, ¿se animará Graham a aumentar la carga tributaria a las grandes empresas mineras en el rango que el propio FMI ha señalado que no afectaría su competitividad? ¿Cuál sería la razón técnica para no hacerlo? Más aún, ¿cuál sería la razón política? ¿Por qué esos excedentes serían más útiles para el país formando parte de las utilidades de las empresas (sobre todo grandes transnacionales) que en las arcas públicas para compensar a las familias por el aumento de precios de alimentos y combustibles?

Además de las fuentes de financiamiento, hoy la discusión debería estar enfocada también en cuáles son las medidas más efectivas para aliviar la economía familiar. Los economistas y líderes de opinión que han salido a criticar las ya tomadas, deberían hacer un esfuerzo adicional por proponer alternativas. Porque si algo más debería quedarnos claro, es que el alivio que necesitan las familias no llegará solo con mayor inversión privada. Si bien esta es indispensable en cualquier contexto, las políticas tomadas en diferentes países del mundo revelan que hoy si bien es necesaria, es insuficiente.

O asumimos que las políticas de alivio tienen y tendrán un rol que cumplir en esta coyuntura, y que es necesario definir cuáles son las más efectivas, o seguiremos echándole más leña al fuego, alimentando y creando los incentivos para que los políticos apuesten por el populismo y la irresponsabilidad.

*Economista de la U. del Pacífico