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Deslegitimizar, evitar y restringir: ¿cómo afronta Pedro Castillo la peor crisis de su gobierno?

El jefe de Estado empezó acusando a los manifestantes de haber sido pagados, luego decidió no acudir a Huancayo, a pesar del pedido ciudadano, y este martes 5 decretó un toque de queda.

El jefe de Estado afronta la crisis social más complicada desde que asumió el Gobierno en julio del 2021. Foto: diseño de Gerson Cardoso / GLR
El jefe de Estado afronta la crisis social más complicada desde que asumió el Gobierno en julio del 2021. Foto: diseño de Gerson Cardoso / GLR

Popularmente se dice que una cosa es con guitarra y otra con cajón, una expresión que aplica a la situación que atraviesa el presidente de la República, Pedro Castillo Terrones, quien – en cuestión de días – pasó de ser un sindicalista que lideró una masiva huelga magisterial en el 2017 a ser un jefe de Estado que impone un toque de queda en Lima y Callao para afrontar un paro de transportistas y protestas de agricultores. Hacemos un recuento de cómo se desarrollaron estos sucesos en los últimos días.

Manifestantes pagados

El estallido social, producto del incremento de precios de los combustibles y fertilizantes, parece haber encontrado a un jefe de Estado desencajado y con pocos reflejos, quien lejos de mostrar su carta de antiguo sindicalista – tras días de protestas y paralizaciones iniciadas a fines de marzo – optó, con poco tino, por acusar a los manifestantes de haber sido pagados, con lo que deslegitimizó el reclamo ciudadano que – desde Huancayo – exigía interlocutores válidos del Ejecutivo para instalar una mesa de diálogo y tomar medidas concretas que alivien la economía familiar de los más necesitados.

La respuesta fue inmediata. Los bloqueos de carreteras realizados por los gremios de transportistas de carga pesada, lejos de apaciguarse, se incrementaron. Dirigentes y cabecillas de la paralización calificaron las declaraciones del mandatario como una falta de respeto. Por otro lado, los agricultores también se mostraron consternados por las palabras del jefe de Estado y le recordaron que llegó a Palacio de Gobierno con muchas promesas que hoy sienten han sido incumplidas. “Sentí un dolor en el alma. Me clavó un puñal en la espalda”, dijo una agricultora de edad avanzada a Exitosa el último 2 de abril.

A las horas, el presidente Castillo pidió perdón a los transportistas y agricultores en huelga por sus declaraciones, y aseguró que todo se trató de un malentendido: “Quiero dejarle en claro al país y a mis compatriotas que, cuando me dirijo al pueblo peruano y en algunas de esas declaraciones hay un malentendido, y lo tengo que aclarar pidiendo disculpas o perdón, (lo haré) 1.000 veces; porque jamás tengo malas intenciones”, expresó desde la región Huánuco.

Castillo decide no ir a Huancayo

El último sábado 2 de abril, un grupo de ministros de Estado llegaron hasta el coliseo Wanka de Huancayo para concretar acuerdos en una mesa de diálogo accidentada, en la que los ministros tuvieron que retirarse ante la falta de garantías y una multitud enardecida e incómoda por las últimas declaraciones del jefe de Estado. El cardenal Pedro Barreto, uno de los presentes en la mesa de negociación, al retirarse, invocó la llegada del mismo presidente de la República a Huancayo, ya que los manifestantes gritaban en coro que no querían a los ministros, sino al mandatario: “Pedro Castillo tiene que venir a Huancayo y no solo pedir disculpas”, declaró a los medios mientras se retiraba.

Como es parte de la costumbre de Castillo, optó por dejar en suspenso la posibilidad de acudir personalmente a Huancayo ante la convulsa situación que vivieron sus ministros en la zona. El lunes 4, el jefe de Estado – sin necesidad de declaración alguna – dejó clara su postura: optó por asistir a la inauguración de los nuevos ambientes de la infraestructura educativa de la institución PRITE Canto Grande en lugar en lugar de viajar a Huancayo, donde se desarrollaban las movilizaciones. En paralelo, se inició un paro de 48 horas organizado por los transportistas de todo el país. En distintos puntos del Perú se vivieron actos de violencia, daño a infraestructura pública y privada y algunos actos de saqueo que no lograron ser rápidamente controlados por la Policía Nacional del Perú.

Toque de queda en Lima y Callao

Los acuerdos a los que llegaron los ministros y representantes de los transportistas y gremios agrarios en la ciudad de Huancayo, el último sábado 2, no lograron calmar las protestas y actos de violencia que se registraron el lunes 4 de marzo; por ello, el presidente Pedro Castillo – a través de un mensaje a la Nación – decretó el estado de emergencia en Lima y Callao, para contrarrestar las protestas, el cual se aplica desde las 2.00 a. m. hasta las 11.59 p. m.

En cuestión de días, el jefe de Estado pasó de ser un antiguo sindicalista recordado por liderar una huelga magisterial en el 2017 a ser un mandatario que deslegitimó la protesta, al calificar a un grupo de manifestantes como personas pagadas, negarse a viajar hasta Huancayo para solucionar personalmente el conflicto y hacer que los millones de peruano retornen a un toque de queda, un recuerdo que aún se mantienen en la memoria de los ciudadanos de lo que fue la peor época de la pandemia de la COVID-19.

Periodista por de la Universidad Nacional Federico Villarreal y con estudios en antropología por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente, escribo sobre política en La República. Durante mi carrera he abordado temas sociales, políticos y culturales. También me desempeño en el campo de la escritura creativa.