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Política

Pablo Quintanilla: “El presidente Castillo debe dejar que otros hagan el trabajo que él no puede hacer”

El docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú e invitado a la reciente edición digital del Hay Festival Arequipa sostiene que el presidente va a una vacancia segura.

Presencia permanente. El profesor Quintanilla es arequipeño, actualmente trabaja en la PUCP y se ha convertido en uno de los animadores del Hay Festival. Foto: Oswald Charca/La República
Presencia permanente. El profesor Quintanilla es arequipeño, actualmente trabaja en la PUCP y se ha convertido en uno de los animadores del Hay Festival. Foto: Oswald Charca/La República

Le toma la temperatura a la caldeada política peruana. En esta entrevista, sintetizada fruto de una larga charla, el filósofo afirma que Castillo va a una vacancia segura si no delega la toma de decisiones en gente competente. Por otro lado, el desafuero presidencial es un riesgo, se abre una puerta que puede conducir al país a una guerra civil.

El psiquiatra Jorge Bruce sostiene que el presidente Castillo sufre del síndrome del impostor, nunca creyó en ser presidente y por eso se autosabotea.

El presidente Castillo no tiene preparación para ejercer el cargo. Él tiene experiencia de oposición y ahora le toca ser gobernante. Como dice Bruce, tiene que ver con esta sensación que él mismo tiene, de no estar a la altura. Además no posee apoyo ni de su partido. Es la receta del desastre. Hubiese sido ideal que un gobierno de maestro de escuela rural, que representa a los discriminados, suture heridas. Pero es una gestión de mediocre para abajo con acusaciones de corrupción en los ministerios del Interior y Defensa. Desgraciadamente le da la razón a la DBA (derecha, bruta y achorada), que ellos son los únicos capacitados y que la izquierda es un desastre. Aún hay una posibilidad remota. Que el presidente confíe en profesionales honestos y capaces en puestos claves. Debe dejar que otros hagan el trabajo que él no puede hacer. Asegurarse que no haya corrupción ni concentración de poder. No pretender que lo apoye la ultraizquierda ni la ultraderecha, ellos se aliarán para vacarlo. Más bien intentar sumar a las fuerzas de centro. Si eso ocurre, se puede salvar. Sino va camino a la vacancia por voluntad propia.

Usted escribió un artículo en el que sostenía que en la última elección no había mal menor, que igual íbamos a la destrucción. ¿Con Keiko no habría más certezas económicas?

No es claro de que con Fujimori hubiésemos tenido predictibilidad económica. Hubiéramos tenido reacciones sociales violentas que también habrían afectado la economía (…) Hubiese sido la continuidad del fujimorismo del noventa que benefició a sectores económicos y sociales específicos. Con el increíble desgobierno de Castillo, aún no hay protestas en las calles, todavía tiene el beneficio de la duda. Tener a los fujimoristas de regreso hubiese sido nocivo desde lo psicológico e histórico. Podrán pensar que era un sapo que había que tragarse para tener estabilidad económica. Pero el sapo hubiese terminado tragándonos.

Si se trata de sapos tragados, en el 2006 reelegimos a Alan García después del desastre que hizo en los ochenta.

Fue un error que Alan García fuera presidente (…) Es negativo para la sociedad tragarse esos sapos, te generan una sensación de que vivimos en un país que es capaz de elegir a sus peores enemigos con tal de no padecer un supuesto problema económico. Prefiero pagar el precio de la suba del dólar a tener que ver al fujimorismo gobernando. Ahora, no tenemos un gobierno de izquierda, son medidas económicas de centro. ¿Cuál es el problema con Castillo? No sabe gobernar. Es errático y caótico.

¿Pero estamos experimentado con un enfermo que acaba de salir de una pandemia?

Tenemos un enfermo que padece de muchos males, no podemos verlo de un solo aspecto. Más bien tenemos que verlo en su totalidad. La suba del dólar es un detalle comparado con todo lo demás. Se ve los síntomas, no la enfermedad.

Se habla mucho de los cojudignos.

Parece terrible el mensaje. Ese sector de la población dice: la moral, la dignidad, no interesa. Son tonterías, solo los cojudos pueden creerla. Lo único que importa es si el dólar sube. Así piensan sectores acomodados sin una mirada clara del país.

Usted también dice que esta crisis es fruto de nuestros traumas que no superamos.

Sobre la conquista, muchos peruanos tienen “la única idea” de que los extranjeros nos conquistaron, dominaron y usurparon nuestro territorio. En la Guerra del Pacífico es la misma idea. Luego, tenemos un trauma menor, la dictadura de Velasco, que para algunos fue terrible, los hacendados perdieron sus tierras, y de ahí sale buena parte de la DBA y el resentimiento a los supuestos caviares que justificaron la reforma. Otro trauma es Sendero Luminoso, prácticamente una guerra interna. Y el trauma más reciente del fujimorismo. ¿Qué tienen en común estos traumas? Fueron una humillación a nuestra imagen (autoestima). Son sapos que no procesamos y se visibiliza en corrupción, violencia en las calles, desgobierno, problemas en la educación y comunicación, etc. Tener un Estado sólido y confiable es el primer requisito para tener una sociedad integrada. Que resuelva problemas de educación, salud, etc. (…) En el siglo XIX no había Estado. Un país tan fragmentado y sin un Estado fuerte iba a perder una guerra con Chile. El historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna dice que esta confrontación fue la de un virreinato y una república. Chile, la república y el Perú virreinato que no había salido de esa construcción desde el punto de vista sociológico y psicológico.

En los noventa hemos discutido sobre el rol del Estado. Con el neoliberalismo se planteó un Estado pequeño.

El neoliberalismo durante la época de Fujimori permitió un cierto crecimiento económico, pero desmanteló al Estado. La salud se entregó a privados y mira lo que pasó en la pandemia, que una pastilla podía costar una millonada. Pinochet en Chile, Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en Estados Unidos aplicaron políticas neoliberales sin desarmar el Estado. Acá no solo se le desmanteló, sino se le puso en manos de una mafia.

La concepción que tiene la derecha e izquierda sobre el Estado es que se debe coparlo cuando se ganan elecciones.

Vilfredo Pareto habla de las élites, grupos sociales con acceso a ciertos beneficios y que tienen el rol de liderar. En el caso del Perú, las élites no lideraron, usufructuaron. Cuando llegan al poder otros grupos sociales, que no pertenecen a las élites, imitan ese ejemplo: el tarjetazo, la corrupción, el amiguismo, etc. Espero que con el trabajo de la prensa se iluminen estos casos, se desarmen y el partido de gobierno entienda que no podrá hacer lo de anteriores gobiernos, como el fujimorismo que lo hizo de una manera abierta y descarada. El fujimorismo tampoco representaba a las élites, llegó al gobierno como un grupo de personas marginadas y discriminadas. Alberto Fujimori en su tractorcito se paseaba por las calles de Lima diciendo: yo represento a los discriminados, yo soy el chinito que llegó de otro lado y que ha sido explotado.

Esos traumas de la conquista no los procesó ni Castillo que en su asunción recordó el lado oscuro de la colonia al rey de España.

Claro, la leyenda es que el Perú era un paraíso gobernado por el inca y llegaron estos salvajes españoles interesados en el oro, cometieron atrocidades. La historia es mucho más compleja. Antes de la conquista, el imperio incaico era también un territorio fraccionado donde había pugnas y conflictos, y los incas también se comportaban como conquistadores. Los españoles cometieron atrocidades pero dejaron algunas cosas para generar cultura, universidades, colegios. Somos fruto de ese mestizaje. El presidente Castillo y algunos miembros de Perú Libre presentan la cosa de una manera equivocada, como que unos descienden de los españoles. Tú y yo tenemos sangre indígena y sangre española, tú y yo descendemos de víctimas y de victimarios. El presidente Castillo desciende de víctimas y de victimarios.

Quién se encarga de normalizar u oficializar este tipo de discursos que me parece vienen desde el colegio.

Viene desde el colegio. Es una herencia de Garcilaso de la Vega, el inca, un personaje muy interesante, hijo de un capitán español y de una mujer indígena. Él mismo se sentía dividido, se sentía con problemas de identidad porque era mitad indígena. Fue un peruano que no procesó su trauma de la conquista al punto que idealizó al imperio incaico en sus escritos. No lo vio de manera realista, lo idealizó, lo falseó y después se fue a España. No se trata de hacer borrón y cuenta nueva, esto que ocurrió nos ha convertido en lo que somos.

¿Hay condiciones para que resurja el centro democrático?

La ultraderecha que se alía con la ultraizquierda se cancela. Es el beso de la muerte para los dos. Los ciudadanos se corren al centro. Si los partidos de centro fueran más inteligentes apoyarían a Castillo para que haga un buen gobierno. Hay que darle cuadros, es un hombre solo. El otro escenario es una vacancia, que está increíblemente apoyada por Castillo. Ese escenario es impredecible, puede haber un conflicto social grande de gente que culpará a la derecha y las élites. El otro escenario es vacancia, luego nuevas elecciones y que gane un partido moderado. El Perú nunca tuvo en sentido estricto una guerra civil como la tuvieron España, México, Estados Unidos. Nadie quiere eso, pero los ingredientes están ahí.

Editor regional del diario La República, edición sur. Licenciado en Periodismo de la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. Trabaja para La República desde el 2003. Ha publicado libros sobre perfiles políticos regionales y literatura.