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Política

Jueces dictarán sentencia por masacre de Raccaya-Umasi este lunes

A 37 años del asesinato de 41 pobladores, entre ellos, varios menores de edad que estudiaban en el colegio de la comunidad, sus familiares están a punto de encontrar justicia.

Este lunes se llevará a cabo la audiencia de sentencia para los militares acusados de la ejecución extrajudicial de miembros de la comunidad ayacuchana de Raccaya. Foto: cortesía
Este lunes se llevará a cabo la audiencia de sentencia para los militares acusados de la ejecución extrajudicial de miembros de la comunidad ayacuchana de Raccaya. Foto: cortesía

Tras 17 años de investigación, por fin, este lunes, se llevará a cabo la audiencia en que se dictará sentencia para los militares acusados de la ejecución extrajudicial de 23 campesinos y 18 niños y adolescentes de la comunidad ayacuchana de Raccaya el 17 de octubre de 1983.

Un día antes, desconocidos, presuntamente de Sendero Luminoso, ingresaron al poblado, los reunieron, y por la noche, los llevaron hasta la comunidad de Umasi, ubicada a 25 kilómetros, donde pernoctaron en la escuela. De acuerdo a los testimonios recogidos durante todo el proceso, al amanecer, llegó un contingente de la Base Contrasubversiva del Ejército de Canaria, a cargo del entonces capitán Jorge Carcovich Cortelezzi, y los asesinó.

Los detalles de esta masacre se pudieron conocer porque dos de los secuestrados, Calasio Durand y Damián Huamán, lograron escapar y contaron lo ocurrido. Años después, en el 2003, se presentó una denuncia en la Fiscalía.

Luis Aronés, representante de la Asociación de Familiares del caso Raccaya, perdió allí a su primo Benjamín. Piensa que él se salvó, porque una semana antes partió a Lima trayendo a su madre para escapar de la violencia.

“Mi primo trabajaba en el campo. Dejó ocho hijos. Sus restos se encontraron en la tercera exhumación, en el 2011. Ahora, está enterrado en Lima. Él fue uno de las 41 víctimas, pero había 18 menores que tenían entre 11 y 16 años. De ellos, 4 eran niñas, que fueron violadas antes de matarlas”, relata.

Los sobrevivientes contaron que, al amanecer, se despertaron cuando los militares irrumpieron en la escuela, y cómo pudieron escaparon. “Por ellos pudimos saber lo que pasó”, cuenta.

Los cuerpos permanecieron enterrados en tres fosas comunes hasta que fueron exhumados en el 2009 y 2011 como parte del proceso de investigación. Y aunque 11 no pudieron ser identificados, fueron entregados a la Asociación de Familiares para que les den cristiana sepultura.

Otros testigos

Aronés relata que durante la investigación, se presentaron varios testigos de lo que pasó. Uno de ellos fue Alejandro Curiñahua. “Él era de Canaria, pero vivía en Umasi con su esposa. Iba siempre a Canaria y conocía a los militares porque los hacían barrer la base. Él vio al jefe de la base el día de la matanza”, asegura.

La casa de Curiñahua estaba frente a la escuela. Desde allí, vio a Carcovich, a quien todos llamaban jefe. Dijo que era “colorado, blanquiñoso, alto”. Lamentablemente no pudo reafirmarse en el juicio oral porque ya había fallecido.

Así como ese, hay otros testimonios. El abogado del Instituto de Defensa Legal (IDL), Sigifredo Florián, señala que, a nivel fiscal, declararon varios pobladores de Umasi, y por ellos se reconstruyó que primero ejecutaron a los varones, y que las niñas fueron desnudadas y violadas antes de ser asesinadas. Incluso a algunos los obligaron a cavar tres fosas junto a la escuela, donde enterraron a las víctimas.

Además, los testigos relataron que mientras ocurría la masacre, un helicóptero sobrevolaba el lugar, en el que al final se macharon siete u ocho militares, que parecían ser los de más alto rango.

Todas estas declaraciones a nivel fiscal serán tomadas en cuenta por la Sala, porque fueron debatidas en audiencia.

Confesión de parte

Braulio Loayza García es el actual juez de paz de Raccaya. Tenía 16 años cuando ocurrió la matanza y estudiaba en el colegio de Canaria. En el juicio oral, declaró que en octubre de 1983, el jefe de la base los reunió en la plaza para informarles que habían matado a terroristas en Umasi, y los conminó a no esconder “terrucos”.

“Ahí estaba el capitán Carcovich. En esa época, tenía pelo claro, ahora ya es pelo blanco. Él mismo nos dijo con parlantes. Yo me fui a mi pueblo, Raccaya, a ver qué había pasado, y ya no había mi hermano ni mis cuñados”, refiere.

Su hermano se llamaba Gilmar y tenía 13 años. Sus cuñados eran Macedonio Silvestre Durand y Gilberto Durand Gil, ambos menores de 30 años.

“Cuando he dado mi declaración en Huamanga, vi al capitán y lo reconocí por su talla y su nariz puntiagudita. Yo no me olvido. A mi lado estaba y dije: ‘El asesino está a mi costado’”, narra.

No queda duda de que Carcovich fue jefe de la base, pues él mismo lo ha admitido durante el proceso, aunque ha negado ser responsable y más bien ha asegurado que no supo nada de lo ocurrido.

En el 2003, la Asociación de Familiares del caso Raccaya denunció la masacre ante el Ministerio Público, y recién en 2012, la Primera Fiscalía Supraprovincial de Ayacucho presentó la acusación penal contra Enrique Millones D’Estafano (quien falleció en el desarrollo del juicio) y Humberto Bari Orbegozo, como autores mediatos; y contra Jorge Aquiles Carcovich Cortelezzi, como autor directo del delito de asesinato de 41 pobladores de Raccaya.

En el 2013, el Segundo Juzgado Penal Nacional dispuso abrir proceso penal, y en el 2017, la Sala Penal Nacional dio inicio al juicio oral. Finalmente, se ha llegado a la audiencia de lectura de sentencia, que se realizará este lunes 25 de enero de forma virtual.

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Periodista de la sección Política del diario La República. Egresada de la universidad Jaime Bausate y Meza. Ganadora del Premio Periodismo y Derechos Humanos 2005 otorgado por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Escribe crónicas, perfiles y reportajes sobre hechos políticos y la violencia interna que vivió el país.