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Política

A los que la plata no les llega sola

La demagogia y politiquería barata de los espontáneos.

A los que la plata no les llega sola
A los que la plata no les llega sola

En un momento tan complejo para el Perú, pues lo que está en riesgo es la vida de los ciudadanos, se deben alinear las medidas y anuncios de las autoridades de distintos sectores, con el fin de tomar las acciones dentro de una lógica de mando centralizado, erradicándose las iniciativas de los espontáneos que se lanzan al ruedo.

Cuando la salud está en serio peligro, y la economía se debilita, lo que también arriesga la vida, se requiere un solo mando para las decisiones.

Las motivaciones de estos espontáneos son diversas y curiosas, y lo más probable es que la buena intención sea lo que prime en la mayoría de ellos, debido al entusiasmo desbordado que la tensión del momento debe estar dominando a muchas almas nobles.

Pero muchas de esas iniciativas se estrellan con el problema de la mala costumbre de ignorar los efectos de lo que a uno se le ocurre y de lanzar lo primero que se le viene a la cabeza, con esa tradición tan peruana de ‘hablar en borrador’.

Otros no son tan ‘espontáneos’, sino que sus iniciativas son calculadas con el fin de –como decía esa antigua y graciosa publicidad– ‘ganarse alguito’, incluyendo la notoriedad y hasta la construcción de una candidatura política. Como en el Congreso de la República.

Dicho todo eso, la propuesta de la presidente del Tribunal Constitucional, Marianella Ledesma, encaja en esa lista de buenas intenciones, pero con escasa conveniencia: “El gobierno debe dar un decreto de urgencia que descuente los sueldos de los altos funcionarios públicos”. No aclaró, sin embargo, hasta dónde llega su dimensión de la altura de la burocracia dorada.

Es una iniciativa bien intencionada, pero, como bien la calificó el presidente del BCR, Julio Velarde, se trata de una gran “tontería” pues su efecto real es mínimo, y va en contra de lo que se busca en este momento de inyectar liquidez a las familias y empresas.

Es una reverenda tontería que imita al expresidente Alan García, quien empezó su segundo gobierno bajando remuneraciones en el sector público, debilitando su competitividad, algo que, por supuesto, no le interesaba, porque, como todos saben, a él, la plata le llegaba sola. No es momento de la demagogia y la politiquería barata.

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