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Política

Los retrógrados

“Pero en el nuevo Congreso pueden tener dificultades para una aprobación, con lo cual la reforma política iniciada en el 2018 puede terminar empujada hacia las calendas griegas”.

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Una de las cosas que caracterizaron a una mayoría en los miembros de pasados Congresos fue la resistencia a hacer cambios sustantivos en el ordenamiento político. Tanto así que los pocos, pero importantes, cambios de estos tiempos se han tenido que dar mediante enorme presión desde fuera, por la vía de un referendo.

La versión estándar ha sido que tales parlamentarios querían mantener intacta la situación que los había llevado al Congreso en primer lugar. Con la reelección a la mano, convenía mantener las cosas como estaban. A pesar de que la tasa de reelección siempre fue bastante baja, a un número de congresistas esa parálisis les servía.

Ahora el problema ha reaparecido, y es extraño. No se trata de nuevas propuestas alternativas a los cambios ya establecidos o programados, lo cual sería comprensible, sino de una suerte de contrarreforma que parece guiarse por la discutible idea de que todo tiempo pasado fue mejor. Esto sin un horizonte de reelección que lo justifique.

Las tres innovaciones que ya están en discusión, primarias abiertas, inmunidad y bicameralidad, cuentan con el apoyo en encuestas de casi 70%. Pero en el nuevo Congreso pueden tener dificultades para una aprobación, con lo cual la reforma política iniciada en el 2018 puede terminar empujada hacia las calendas griegas.

Ciertamente son tres temas opinables y que justifican discusión, también para los nuevos congresistas. Lo menos que se espera en este caso es un debate largo que lleve a una votación meditada. Decir, como ha hecho Manuel Merino, que las primarias aquí no convienen porque solo funcionan en los EEUU, no basta. En realidad se dan en 15 países del mundo.

Casi todos los cambios de la reforma política han sido propuestos o aprobados frente a mecanismos que han demostrado no funcionar bien. Puede haber discrepancias sobre con qué deben ser reemplazados. Lo que resulta inverosímil es que simplemente se les quieran mantener vigentes, con todos los problemas que ya han traído en el pasado.

El caso de las primarias es emblemático. Los partidos sin primarias han languidecido como feudos personales que solo existen en las votaciones, y eso. Las primarias devuelven una parte de la decisión al pueblo en cuyo nombre se declara actuar.

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