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Política

El elenco estable actúa en la cárcel

Una sociedad que vive entre la vergüenza y el orgullo.

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Luis Castañeda fue instalado el viernes en Castro Castro por dos años, y se sumó a la larga lista de políticos de primer nivel que van a la cárcel, algo que debe afectar el imaginario colectivo que viaja entre los sentimientos de vergüenza y orgullo, quizá ambos a la vez.

Una foto de los cinco principales candidatos de la elección presidencial 2011 resume el fenómeno. Ahí están Alejandro Toledo, hoy preso y en vía de extradición con pruebas sólidas de ser un gran ladrón; dos en cárcel (Castañeda y Keiko Fujimori); y dos expresidentes con impedimento de salida (Pedro Pablo Kuczynski y Ollanta Humala).

Quien entonces era presidente, Alan García, se suicidó cuando iba a ser detenido con pruebas macizas de ser un tremendo corrupto en su segundo gobierno, como lo confirma cada día su secretario Luis Nava, al igual que en el primero, como lo documentó muy bien el expremier Pedro Cateriano.

No son los únicos tras las rejas. El expresidente Alberto Fujimori purga condena por corrupto y asesino, al igual que sus cogobernantes Vladimiro Montesinos y Nicolás Hermoza.

La exalcaldesa Susana Villarán está presa, al igual que alcaldes y gobernadores regionales de todo el país, destacando los del Callao, donde una mafia se instaló para robar, con Alex Kouri, Juan Sotomayor y Félix Moreno. O el expremier César Villanueva, que se tumbó a PPK acusándolo de lo que él es. Y el prófugo Gregorio Santos, y una congresista joven como Luciana León seguramente acabarán pronto igual.

Antauro Humala dirige una bancada desde la cárcel, mientras es evidente que la corrupción está instalada en fiscales y jueces supremos, así como en empresarios, o dueños de medios como el prófugo Ernesto Schütz con su tremendo canalazo.

Se debería llegar cuanto antes a la acusación y al juicio oral que lleve a sentencias absolutarias o condenatorias, pero estas prisiones deben fortalecer la sensación popular de que la política peruana está podrida, algo que debe producir vergüenza, pero, también, orgullo por haber tanto político preso.

Su efecto en el imaginario colectivo es un combo social complejo, que es necesario entender para saber qué implica en el futuro del país. ¿Eso asquea a la gente, o genera ejemplos a seguir?

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