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Política

La esencia de la identidad

“Veremos si son capaces, los nuevos directivos, de llevar adelante el cambio y reparar el grave daño a la institucionalidad del país”.

La esencia de la identidad
La esencia de la identidad

Hace poco supimos de un suboficial que fue expulsado de la PNP por la muerte de una persona que había acudido a la comisaría donde trabajaba –alegó que su arma se disparó sola– y se cambió de nombre para poder ser fiscal, cosa que logró. Hasta que lo descubrieron. El fujimorismo ha cambiado de nombres tantas veces que se requiere de un experto en genealogía política para recordarlos todos. Es obvio que esos cambios no han sido en pos de una nueva actitud, sino de un interés en seguir haciendo lo mismo, confundiendo a los electores despistados. Con Fujimori y Montesinos encarcelados –ahora también Keiko–, el maquillaje era indispensable.

Esto no significa que los cambios sean imposibles. La apuesta psicoanalítica representa todo lo contrario. Es posible cambiar, claro que sí. Pero ello requiere algo más que un nuevo apelativo, por importantes que los nombres puedan llegar a ser. Se necesita un trabajo en profundidad y una elaboración tenaz de lo ocurrido, a fin de tener la posibilidad de una modificación genuina.

Esto que es válido para las personas, lo es también para las organizaciones. Me refiero, por supuesto, a lo ocurrido con la empresa constructora Graña y Montero. Hace poco han difundido un spot en el que piden disculpas a los peruanos y anuncian el cambio de nombre. Pero, como bien dice el editorial del domingo en El Comercio, citando a Coetzee, “todos lo lamentamos cuando se nos descubre.”

Su participación en actos de corrupción vinculados a Odebrecht, que fueron negados más veces que las de Pedro con Cristo, han hecho trizas la reputación de dicha empresa. Por si fuera poco, está probada su participación en el llamado Club de la Construcción. El cual funciona en el Perú desde hace décadas, por lo demás. Ya existía –me consta– en la época del General Velasco.

Veremos si son capaces, los nuevos directivos, de llevar adelante el cambio radical que están ofreciendo y reparar el grave daño a la institucionalidad del país. Entretanto, hay que agradecer a los fiscales del equipo Lava Jato su ayuda invalorable en devolvernos la confianza en la construcción de una sociedad de iguales, en donde los poderosos no estén por encima de la ley. Y hay que defenderlos de los ataques de magistrados como Gálvez y Chávarry, a quienes la sombra del cadalso desinhibe y enardece.

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