La torre de Babel

A pesar de no contar con la información oficial completa, se pueden esbozar algunas impresiones sobre las elecciones del domingo pasado, realizadas en medio del rechazo general a la política y a los políticos:

Primera: la votación más alta (AP, con 10.31%) llega con las justas a los dos dígitos, lo que es absolutamente inédito en nuestra historia electoral. El FREPAP, Podemos y APP casi empatan en el segundo lugar. El promedio de las votaciones de los nueve partidos que han alcanzado escaños solo llega a 7.61%, con un muy bajo coeficiente de variabilidad (medida poco conocida, pero muy pertinente) de 0.17. Entre la votación más alta y la más baja (6.07%, de Somos Perú), la diferencia es de solo 4.24% No hay mayorías ni hegemonías.

Segunda: se hicieron añicos quienes protegieron a la corrupción. Ello incluye desde la mengua monumental del fujimorismo hasta la nimiedad de Solidaridad y Contigo. El elenco dirigente de la derecha radical tiene que renovarse y limpiarse. Tendrá que olvidarse de las navajas y los tornillos para la masturbación femenina, de la fantasiosa homosexualización de los niños y hasta de la momia del cuco comunista.

Tercera: se deterioran aún más los partidos que, en su origen, habían sido fuertemente ideológicos: el PPC y el APRA. El Partido Morado, novedoso y renovador esfuerzo en esta dirección, casi que se pasmó al final, por escándalos tradicionales. La votación de Podemos, debida sobre todo al general Urresti, ilustra el peso de los líderes fuertes, que hoy, por cierto, brillan por su escasez.

Cuarta: cunde la desilusión en las formaciones de izquierda, que se ensimismaron en los conflictos de su microclima y desertaron de actuar en el área grande. Renunciaron así a la herencia de la época auroral de Izquierda Unida y a su propia reciente actuación en el 2016. Ello incluye, por cierto, la ausencia, en este proceso, de algunas de sus voces más racionales y carismáticas, protagonistas de los últimos años, que tendrán que ponerse en movimiento.

Quinta: han tenido éxito relativo fuerzas que se han caracterizado por las frecuentes e intensas contradicciones entre sus propios miembros: AP y APP. Sus contradicciones internas les facilitan cosechar votos de diferentes vertientes. Ojalá que fortalezcan su unidad y que no se fraccionen.

Sexta: el voto por la UPP y Antauro Humala es un voto autoritario que desborda a todos. Crecerá en la medida en que se posterguen los cambios destinados a beneficiar a los ciudadanos concretos. Si tales cambios no se produjeran, la derecha terminaría por añorar a las izquierdas que hoy satanizan como monstruos infernales y que han sido desplazadas por la UPP, sobre todo en el sur del país.

Por último, el voto por el FREPAP también es un voto de legítimo rechazo. La existencia de un partido que se proclama teocrático y que combina la Biblia con el Tahuantinsuyo es una manera original peruana de expresar el miedo al futuro y a la libertad, así como la variedad de nuestros autoritarismos.

En conclusión, es absolutamente indispensable concertar para que el nuevo Congreso no resulte una torre de Babel.