Conversación pero sin la catedral
El nuevo congreso no tiene otra opción que hacer política.
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En esta elección congresal no hay grandes partidos ganadores, aunque sí hay triunfadores individuales.
Ganador es el presidente Martín Vizcarra, pues los partidos a los que debió enfrentarse por su dedicado esfuerzo obstaculizador fueron liquidados (Apra y Solidaridad) o quedaron moribundos (Fuerza Popular).
Asimismo, Daniel Urresti con casi medio millón de votos se revela como un torpedo con gran potencial en las urnas, al igual que Alberto de Belaunde con 233 mil electores en el segmento liberal del mercado electoral, Martha Chávez con más de 150 mil votos que la vuelven el gran concolón de la hoy vacía olla fujimorista, o el simpático Carlos Fernández Chacón con más de cien mil votos por la izquierda.
También son ganadores el Frepap que irrumpió en la escena sin un rostro distinguible para la mayoría, al igual que AP que logró la primera votación con una lista-homenaje al candidato desconocido, o APP que tiene como líder indiscutido a César Acuña, y el UPP de José Vega –el mejor vientre de alquiler de las últimas décadas– que esta vez llevó a Antauro Humala como ariete.
Pero por partidos no hay grandes ganadores, siendo una buena expresión de ello que la diferencia de la votación válida de la bancada más grande (AP) y la más pequeña (Somos Perú) es de solo 4.24 puntos porcentuales.
Sobre el número de curules hay diferencias, con AP con 25, pero que no es mucho más que las 18, 17 y 15 de APP, UPP y Frepap, respectivamente, o las 12 de Frente Amplio y FP. Ahora todo voto vale mucho, como cada uno de los 9 del Partido Morado o los 7 de Somos Perú.
El congreso recién votado y ya casi conformado –pues falta muy poco para terminar el registro total– ha producido algunos ganadores individuales, pero en este parlamento es difícil hablar de un gran triunfador cuando hay una votación tan apretada entre los partidos, y un reparto de las curules que implica que, a diferencia del pasado reciente, ninguna bancada podrá tomar decisiones sola y que, por tanto, no hay otra opción que dialogar y pactar, es decir, hacer política, política y política.
Lo cual es, no obstante lo imprevisibles que pueden ser algunas bancadas, algo muy positivo después de tres años de prepotencia del fujiaprismo.
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