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Política

El desenlace

“Hay que ser tajante, porque en tiempos de crisis -como aquellos que queremos abandonar- la tibieza es una forma de complicidad”

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Al menos sobre el papel, la elección del nuevo Congreso debería otorgarle un mínimo de sosiego a un país cansado de la temporada de conflicto, inmovilidad y descomposición que se inauguró el 28 de julio de 2016. Algo bueno que ha ocurrido al final de este proceso electoral ha sido el sinceramiento de los partidos en competición. A estas alturas, nadie medianamente preocupado puede alegar ignorancia al momento de emitir su voto.

Cuando el elector enfrente la cédula de votación se encontrará con un grupo de partidos que comparten varios principios: formaron parte de esa facción que convirtió al pasado Congreso en una cueva de obstruccionismo y mediocridad —sumiéndolo en el descrédito y la falta de legitimidad—, nos condujeron a un gravísimo conflicto entre poderes, se opusieron a la disolución constitucional del Parlamento, escenificaron una pantomima delictuosa para reemplazar a Martín Vizcarra por Mercedes Aráoz, han hecho hasta lo imposible por frenar los avances de las investigaciones del caso Lava Jato, aparecen vinculados con la mafia de «Los Cuellos Blancos del Puerto» y, en algunos casos, coquetean con la extrema derecha xenófoba, represora, fundamentalista y embustera.

Del otro lado estará un puñado de partidos que, con sus muchos defectos, han apostado por representar lo contrario, conformando listas desiguales, con algunos candidatos rescatables y otros francamente mediocres o malos, pero que llevan tiempo desmarcándose de esas formas políticas que nos han traído adonde estamos.

¿Por quién votar? Para mí la respuesta resulta sencilla, con un agregado: habiendo formado parte de ese enorme bolsón de peruanos que rechazó el accionar del anterior Congreso y estuvo de acuerdo con el proceso que nos condujo a estas elecciones, siento que si votara blanco o viciado estaría eludiendo la obligación que asumí con mis tomas de posición, dejando al azar el destino del país o, peor, pudiendo beneficiar a quienes le ocasionaron tanto daño al país.

¿Suena maniqueo? Probablemente. Pero en tiempos de crisis hay que ser tajante, porque en tiempos de crisis —como aquellos que queremos abandonar— la tibieza es una forma de complicidad. Para ponerlo en las célebres palabras de Dante Alighieri: «Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en tiempos de crisis moral».

Raúl Tola. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.